La difícil situación de los refugiados
20/06/2012 - 17:41
Más de 43 millones de personas en el mundo se han visto obligadas a abandonar su lugar de origen o residencia habitual al sufrir violencia, amenazas y persecución a causa de su nacionalidad, religión, raza, opinión política o pertenencia a un grupo social determinado. Son refugiados, obligados a buscar asilo y protección lejos de su casa y de su entorno social y familiar. Hoy, como cada 20 de junio se conmemora el Día Mundial del Refugiado y desde Accem, entidad especializada en el trabajo vinculado al asilo, han querido recordar que sólo en 2011 se recibieron en la Unión Europea un total de 302.000 solicitudes de asilo. De ellas, únicamente 3.422 solicitudes se realizaron en España. Braulio Carlés, responsable territorial de Accem Castilla-La Mancha no dudaba en asegurar que se está registrando un descenso en cuanto a asilo y refugio a nivel de protección internacional. Y es que el hecho de que nuestro país atreviese una grave crisis socio-económica cuya salida no se alcanza a vislumbrar, no debe hacernos olvidar la gravedad de las circunstancias que obligan a una persona a dejar su lugar de residencia y convertirse en refugiada. La guerra, la persecución o la represión están detrás de los flujos de refugiados que proceden de países como Afganistán, Iraq, Somalia, República Democrática del Congo, Myanmar, Colombia o Sudán. La mayoría de los refugiados en el mundo son acogidos por los países o regiones limítrofes a sus lugares de origen. Son pocos los que llegan hasta España. En Guadalajara se presentaron 40 solicitudes de asilo en 2011 y en 2012 van cerca de 30. Sin embargo, las dificultades para los refugiados no terminan con la instalación en el país de acogida. Quedará por delante el largo camino de la adaptación al nuevo medio y la integración social. En momentos de recesión como el actual, su situación es especialmente vulnerable. Los refugiados carecen, por una parte, de las redes sociales y familiares de apoyo con las que sí cuenta la población autóctona. Por otra, no tienen un país al que regresar, como sí puede tener la población inmigrante. La sociedad española se ha caracterizado por su capacidad para dar acogida y refugio, y por su sentido de la hospitalidad. Ahora, más que nunca, no debemos olvidar ambas capacidades.