La dignidad de la clase política

11/01/2013 - 00:00 Redacción

 
El enfado de los ciudadanos por los dispendios y algunos casos de corrupción lleva a la irracional afirmación, frente a cada recorte o medida de ajuste, de que lo que sobran son los políticos. Cualquier sociedad, y lo estudiamos desde la antigua Grecia, necesita de una organización política. Lo contrario sería el caos y el desorden. La convivencia sería imposible y la conflictividad y la violencia el pan de cada día. Otro tema es que sobren políticos en cuanto a número algo que una vez que finalicen los estudios que ya se están acometiendo para reorganizar las administraciones se verá. Ciertamente parece ser de poca utilidad el Senado al no ser una verdadera cámara de representación territorial o un buen funcionamiento de las diputaciones podría hacer prescindir de algunas mancomunidades o ayuntamientos o incluso asumir las autonomías parte de la función de las diputaciones. Es necesario adelgazar la estructura de la maquinaría que nos gobierna y reducir el número de políticos, por desgracia también el de funcionarios. Otro tema es lo que ganan. El Gobierno de Cospedal ha quitado el sueldo fijo a los diputados regionales y la dedicación exclusiva. Cobrarán dietas por asistir a los plenos y podrán volver a los trabajos que tuviesen antes. La medida no afecta a todos y entre los 37 ‘perjudicados’ hay alcaldes y concejales que ya han anunciado que se liberarán en sus respectivos ayuntamientos. Otros trabajarán en otros lugares. La parte positiva de todo esto es que los ciudadanos pueden preguntar y saber cuánto perciben sus representantes públicos y opinar al respecto. El simple debate puede conducir a una cierta dignificación de la actividad política, ahora y posiblemente de manera injusta, denostada. Todos reclamamos menos prebendas e ingresos para los políticos al igual que han visto reducidos sus ingresos los funcionarios y los trabajadores de muchas empresas. Lo más lamentable es ver a los políticos enfrentarse por este tema incapaces de hacer un esfuerzo consensuado para cobrar en función de la responsabilidad que nadie duda tienen.