“La fábrica de Alovera, la más grande de España, produce 600 millones de litros de cerveza al año”

26/09/2016 - 11:50 D.Pizarro

Este centro de producción está a punto de cumplir 25 años desde su puesta en funcionamiento con Miguel Cuevas al frente.

Medio millar de empleados y 6 millones de hectolitros de cerveza al año. Son las cifras que resumen la actividad de la planta  que Mahou tiene en Alovera. Pero no tienen planes de crecimiento “masivo”, según el director de este centro de producción. Miguel Cuevas. El respeto al entorno y la calidad del producto son sus límites.


    Estas instalaciones comenzaron a funcionar en 1993, hace 23 años. ¿Qué importancia tiene este centro de Alovera dentro de todos los que tiene Mahou en nuestro país?
    Alovera es la fábrica más grande de España en producción de cerveza, incluso de Europa occidental. Nace con el espíritu de seguir atendiendo al consumidor, porque la de Paseo Imperial, en Madrid, no tenía la capacidad suficiente para crecer. Estábamos limitados en la ciudad. Nace, por tanto, con ese espíritu, primero de atender la demanda creciente, y también de incrementar la producción. Es una fábrica que, desde su nacimiento, no ha parado de crecer, y sobre todo de mejorar. Porque somos una compañía muy inquieta y no nos conformamos. Queremos mejorar no sólo en aspectos de producción, pues esta fábrica produce más de seis millones de hectolitros al año, que son 600 millones de litros de cerveza. También hay límites. Tenemos que hablar de sostenibilidad, pues no se puede crecer eternamente en un centro de producción. Las mejoras muchas veces vienen de un mayor respeto al medio ambiente, reducir el consumo de recursos, como gas o la propia agua. Muchas veces, estas mejoras que tienen que ver con el entorno ambiental, producen también ventajas económicas. 
    La parcela tiene una superficie de 430.000 metros cuadrados. ¿Hay, por tanto, posibilidad de crecer aquí mismo?
    Sí, se podría. Pero no tenemos planes de crecimiento masivo. Tenemos elementos que nos encorsetan, en parte, para que sea sostenible. Contamos con una depuradora que tiene que dar servicio al centro de producción. Hay veces que incrementas la producción y te obligas también a incrementar muchas partes del entorno. En principio no tenemos previsto más ampliaciones, pero sí, quizás, modificaciones para seguir llegando al mercado.
    Esa depuradora será probablemente más grande que la de muchas localidades del entorno.
    Pues sí. Nosotros vertemos al Henares, por lo que estamos muy en contacto con la Consejería de Medio Ambiente del Gobierno regional, y no nos podemos permitir el lujo de verter nada contaminante. Aquí utilizamos productos químicos para limpieza, como sosas, ácidos... normales para el desarrollo de una actividad industrial. Pero nada de eso se vierte.  
    ¿Cuántos trabajadores hay en estos momentos en la fábrica?
    Tenemos más de 500 empleados.
    Sois, por tanto, la segunda empresa, después de BASF, con mayor plantilla de la provincia. ¿Qué porcentaje de esos trabajadores reside en Guadalajara?
    No sé. Hay que tener en cuenta que nosotros venimos de Madrid, por lo que hicimos un traslado desde allí y veníamos con autocares. Pero con la renovación de la plantilla muchos se han ido jubilando, y los jóvenes se han ido trasladando a esta zona. Hay muchos trabajadores residiendo en Alovera, Azuqueca, Cabanillas, también Alcalá de Henares, Guadalajara... Poco a poco, la gente joven se quedará en el entorno. Podemos calcular que cerca del 30 por ciento de plantilla reside en el entorno.
    Este verano habéis recibido de manos del presidente de Gobierno en funciones, Mariano Rajoy, el distintivo de adhesión a la Estrategia de Emprendimiento y Empleo Joven. ¿Cuál es la media de edad de la plantilla?
    Estamos incorporando gente joven. La última vez fue en 2005 y ahora también estamos haciendo algunas incorporaciones, el año pasado, éste y los dos siguientes. Esto reduce bastante la edad media de la plantilla. Pero podríamos estar en los 40 años.
    En aquella visita de Rajoy también se destacó que el 96 por ciento de los contratos de esta fábrica son indefinidos. ¿El resto son trabajadores temporales que vienen a reforzar la plantilla en puntas de trabajo?
    Por el producto que hacemos, tenemos una temporalidad muy marcada en verano. A partir de Semana Santa empezamos a incrementar turnos de producción, y en junio, julio y agosto hay que reforzar los turnos de la plantilla habitual. Hay una parte de contratación que es eventual que viene a apoyarnos en esos meses. Y a finales de septiembre u octubre empezamos a estar ya la plantilla fija, unos 530.
    En estos meses, ¿cuántas personas están trabajando en la planta?
    Hay semanas que puede que entren 70 u 80 trabajadores temporales. Tenemos líneas de producción que confiamos en manejar con 10 o 12 personas más. Y cuando se hace un turno más de esa línea, tienes que dotarlas con los medios necesarios.
    Se ha referido antes a que la producción alcanza los seis millones de hectolitros al año. ¿Qué cantidad se produce en estos meses?
    Cada vez hay menos diferencia entre lo que sale en un mes normal o en un mes de verano. La temporalidad que tenemos ahora sería del 60 por ciento durante esos meses. Cada vez más, la cerveza es un producto con mayor introducción en los hogares. Y hay un consumo importante también fuera de campaña. Pero cuando llega el verano tenemos muchos turistas extranjeros que consumen también mucha cerveza. Estos últimos años, con la inestabilidad que hay en otras zonas vacacionales, hemos tenido un repunte importante de turismo. Y eso hace que los que estamos en el ámbito nacional en todos los rincones de España, tengamos un mayor consumo.
    Este año, precisamente, España ha registrado datos de turismo de récord. ¿Se ha notado eso aún más en vuestras ventas?
    La climatología también es muy importante para las ventas de cerveza. Pero dentro de un orden. Cuando hace mucho, mucho calor, no hay quien esté en una terraza. Pero llevamos un par de años en crecimiento desde la crisis del 2007, cuando notamos una estabilidad del consumo sutilmente a la baja.
    ¿A dónde va cerveza que se produce aquí en Alovera? ¿Y qué marca se produce más en la provincia Mahou o San Miguel?
    Inicialmente, las marcas de cerveza eran muy locales, y formaban parte de la cultura del lugar. Cuando se habla de Mahou se piensa siempre en Madrid, por ejemplo. Pero las infraestructuras de carretera y la distribución crecieron, y hoy es mucho más fácil llegar a lugares lejanos del centro de producción. De hecho, todos los centros de producción están preparados para producir cualquier marca de las que tenemos en el mercado. Nuestra producción, en general, se consume en España. Estamos en 70 países con el grupo Mahou San Miguel, y el 70 por ciento de la cerveza que se exporta proviene de nuestro grupo. Exportamos tanto desde aquí como desde otras fábricas que tienen un puerto de mar, como Málaga.
    ¿Y qué marca se consume más en Guadalajara?
    En Madrid, Mahou. Y Castilla-La Mancha siempre ha sido una de las regiones de consumo Mahou de toda la vida, pero ocurre que estamos llegando con todas las marcas. Igual que en Madrid, que es muy apreciada por todos los fabricantes de cerveza, pues tiene una cultura muy abierta y al consumidor le gusta probar cosas distintas. Por eso la innovación forma parte fundamental de la compañía. Es verdad que se nos pide el producto clásico, pero hay un mercado joven y floreciente que cada vez habla más de la cerveza. Y esa respuesta tenemos que darla. 
    ¿Encaja en esa idea la nueva línea que habéis iniciado para elaborar cerveza artesanal?
    Nosotros somos líderes del mercado, pero también nuestros consumidores están esperando una respuesta a la innovación. Por eso uno de los proyectos importantes que pusimos en marcha en 2015 fue crear una planta piloto y microcervecería, donde nuestro equipo de innovación y desarrollo realizó todos los estudios necesarios para hacer nuevos diseños. Al mismo tiempo produce pequeñas series, pues invertimos en una planta y en una línea de envasado ad hoc. Recordad que esta fábrica se diseña para hacer grandes series y dar respuesta al mercado de Madrid por el crecimiento que empieza a haber en los años 80. Es decir, se diseña para grandes series de formatos como el botellín, el tercio o el barril. Cuando aterriza la innovación se habla de pequeños lotes, todos muy distintos, y tenemos una línea específica muy ágil para hacer estas líneas. Tenemos mucha variedad de cerveza distinta y con mucha flexibilidad, y por supuesto con la calidad del grupo. No podemos entender hacer una microcervecería sin que cumpla los principios de calidad de nuestras cervezas. Para nosotros esto es el mayor reto, pues tenemos que dotar a esa planta piloto de todos los recursos necesarios para que siga cumpliendo los requisitos de calidad y también de respeto ambiental. 
    ¿Pero os ha afectado en algo el empuje de las cervezas artesanas? De hecho en Guadalajara ya hay varias marcas que han penetrado en el mercado.
    Nosotros tenemos una marca Nómada, por ejemplo, que tiene mucha repercusión en Madrid. También adquirimos hace poco una participación importante de una cervecera americana que se llama Founders. Y Estoy seguro que acabaremos produciendo también aquí Founders como propietarios en parte de la marca. También hemos hecho una línea importante de productos Casimiro Mahou. Y otras marcas novedosas, como Maestra, que también tiene un perfil de cerveza artesanal, pero que se distribuye en todo el territorio nacional. Para nosotros, las pequeñas series nos aportan marca, valor,  nos acercan mucho  más al consumidor... Y algunas de estas referencias, quizá algún día se conviertan en algo muy especial, en el sentido de que dejen de ser una pequeña serie para convertirse en algo de consumo más importante.
    ¿Qué diferencia la cerveza común de la artesana? ¿Sólo el volumen de producción?
    La cerveza tiene cuatro componentes básicos, de los cuales tres son vivos. El cuarto es el agua. El lúpulo es una planta, es un ser vivo que tiene variaciones, igual que la malta. A esos dos elementos que utilizamos nosotros, añadimos un tercer componente vivo que es la levadura. Las cosechas de cebada nunca son iguales porque la climatología nos afecta mucho. Entonces nuestros maestros cerveceros utilizan cierto arte para hacer la cerveza. Lo que se denomina artesanal, para nosotros tiene un concepto que también se refiere a nuestras propias cervezas. Nosotros no somos vinateros, que hablan de la cosecha del 2001, por ejemplo. Nosotros, cuando un consumidor pide una Mahou Cinco Estrellas, lo que quiere encontrar es aquello que ha pedido, y ha podido ser este verano o el anterior. Por ello pretendemos hacer una cerveza con mucha regularidad a nivel de lo esperado por el consumidor. Y ahí hay arte, porque hay que compaginar los elementos vivos para hacer ciertas variaciones en la formulación y conseguir la cerveza de calidad que el consumidor espera. Por tanto, ¿dónde está lo artesanal? ¿En el tamaño del proceso? Si vamos a países con cultura de pequeñas cerveceras, diríamos que gran parte de la cerveza alemana o belga es artesanal, pues son ámbitos de producción locales. Entonces, yo digo que también nuestra cerveza es artesanal, pues hay mucho arte tras una Mahou Cinco Estrellas. 
    Entonces, ¿la diferencia es el volumen?
    Sí, porque la cerveza siempre se hace de la misma forma. Hacemos un mosto que proviene de la malta, lo filtramos y se lo damos a la levadura para que lo fermente. Tanto si es una cerveza de 3 millones de botellas como si vas a hacer un lote de 500, el proceso es el mismo. Si no, no sería cerveza.
    El 95 por ciento de los proveedores de Mahou son españoles. En concreto, ¿en Guadalajara de dónde proceden?
    Castilla-La Mancha es un gran productor de cebada cervecera. El lúpulo es una planta trepadora con unas características muy concretas, y viene de la zona de León. Pero Castilla-La Mancha siempre ha sido uno de los proveedores más importantes en malta.
    ¿Y parte de esa cebada viene de Guadalajara?
    De ello se encarga de ello el Departamento de Compras y Aprovisionamientos. Hacen compra de malta anuales para asegurar que no nos va a faltar en todo el año. Puede haber malta que provenga de la zona de Francia, otra de aquí... Hay gran parte de consumo nacional.
    La fábrica en la que estamos es el mayor consumidor de agua de Alovera. Pero en 2015 habéis conseguido reducir el gasto de agua y energía. ¿Cómo?
    Con las inversiones que hicimos en 2015 hubo algunas modificaciones en instalaciones y hemos reducido casi seis puntos. Recordad que esta fábrica tiene líneas de hace 25 años, aunque parece nueva. Actualmente estamos preocupados porque haya un consumo responsable de recursos. Hemos hecho algunas modificaciones en el envasado que nos ayuda a recircular ciertas partes de consumo de agua que hasta entonces iban a la depuradora. Nos surtimos del pantano de Beleña, que tiene un agua excepcional. Nos la suministra directamente en baja el Ayuntamiento de Alovera. No la tratamos en absoluto.
    ¿Qué sucederá cuando se produzca la conexión Alcorlo-Beleña? 
    El agua de Alcorlo es un poco más dura. Hay cerveceras, en algunos países, que dibujan unos picos con nieve porque han ido a montar las cerveceras en sierras para buscar un agua muy pura. Es como si aquí fuésemos a Sierra Nevada. Pero si nos llegara el agua de Alcorlo, trataríamos ese agua. De hecho el agua de Málaga, Burgos, Granada... son distintas, y no podemos permitir que, aunque el agua sea insípida, la cerveza sepa diferente.
    ¿En esta planta tendríais capacidad para tratar el agua?
    Sí. Ya desde el origen del diseño de la planta tenemos una planta de tratamiento para salvar este tipo de dificultades. No la utilizamos pero la mantenemos.
    En los 10 últimos años se han invertido 124 millones en esta fábrica. En líneas generales, ¿a qué se han destinado?
    Ha ido sobre todo a aspectos de mejora medioambiental y de la calidad del producto. Porque no hemos incrementado la producción. Sí ha habido inversiones derivadas a la automatización del proceso, tanto de envasado como de fabricación de cerveza. Hemos renovado, por ejemplo, el sistema de control de fabricación, que databa de los orígenes de la fábrica. También ha habido muchas inversiones en prevención de riesgos laborales.
    ¿Esa mejora medioambiental ha supuesto también un ahorro económico?
    Sí. El cambio, por ejemplo, de un digestor de la depuradora, nos ha supuesto un ahorro de un punto en energía. Igualmente se ha cambiado la iluminación por led, incluso las de las farolas exteriores de la fábrica.
    A pesar de contar con casi 25 años, ¿esta fábrica sigue siendo puntera?
    Sí, y es un reto para nosotros. Tenemos sistemas de automatización de última generación. Gran parte de esas inversiones tienen como objetivo ponernos al día permanentemente en tecnología, por vía de robotización, de carretilla sin conductor. Y una decisión importante fue modernizar el sistema de automatización en la parte de fabricación de cerveza. Esto nos obliga por un lado a seguir manteniendo los estándares de calidad. Sería muy fácil, con todo lo que hemos aprendido en Alovera, hacer otro centro nuevo. Pero éste tiene una ventaja, y es que la experiencia te dice qué tecnología va a ser útil. Por ejemplo, cada vez se utilizan más las redes informáticas en la producción, no sólo en la parte ofimática, pues tenemos wifi en envasado para que la utilicen máquinas. Y dentro de poco veremos posiblemente a un técnico con unas gafas con cámara incorporada, y otro técnico que estará en otro centro de producción y que es especialista, verá lo mismo que el primero y harán una reparación conjunta. Pero incorporaremos esa tecnología siempre que sea útil y ayude a las personas.
    ¿Qué hace esta fábrica con los residuos que genera?
    Valorizamos el 99,8 por ciento de residuos, porque los entregamos a una empresa que se encarga de ello, o porque lo vendemos, como el vidrio. La basura orgánica es la que se puede ver en los contenedores verdes, y viene el Ayuntamiento a recogerla. Del resto nos encargamos nosotros porque tenemos un punto limpio muy potente en el propio centro de producción, donde recalificamos todo: aluminio, vidrio, latas... cualquier cosa. Una parte importante de nuestros residuos es el bagazo, la cascarilla que queda de la malta cuando le hemos extraído el almidón para hacer mosto cervecero. Es una celulosa, y una vez lavada es un residuo. La estamos vendiendo como pienso. Nos hemos tenido que certificar como proveedores de piensos animales, porque somos capaces de reconvertir y, por tanto, de alimentar a ganado. Se llevan todos los días siete u ocho camiones. Otra solución sería quemarlo.