La hora de votar en unas elecciones trascendentales

17/12/2015 - 23:00 Redacción

A las 24.00 horas de este viernes se pondrá punto y final a una encendida y apasionante campaña electoral, la más abierta y transcendental de la democracia española, que ha alcanzado tintes de agresividad y violencia demenciales. Las campañas electorales están para recordar lo sucedido y para debatir sobre las propuestas de futuro de cada una de las formaciones políticas. La educación y el respeto a las personas, con independencia de las ideas que legítimamente representen, han de ser la base de la convivencia y nunca la violencia. Afortunadamente, vía telefónica y sobre todo a través de las redes sociales, todos los candidatos a la presidencia del Gobierno y numerosas personas, condenaron tajantemente y de manera inmediata la agresión sufrida por Mariano Rajoy, fruto, a la postre, de la acción individual de un exaltado. Por lo demás, han sido un centenar los debates que han enfrentado en distintos formatos a los representantes de los diferentes partidos políticos en una campaña que se ha desarrollado principalmente en los medios de comunicación, que han recuperado ese atribuido cuarto poder. La actividad de todos ha sido intensa, maratoniana y meritoria. A estas alturas, teniendo en cuenta además que los programas se encuentran en las respectivas web, los millones de españoles que tienen derecho a voto este domingo, en nuestra provincia un total de 182.3176 personas, pueden tener claro qué es lo que cada uno entiende y propone para el gobierno de los próximos años y que depararán las distintas opciones y combinaciones. España se juega su devenir, más que en anteriores citas electorales. La revisión del texto constitucional, la deriva nacionalista en Cataluña, la lucha contra la corrupción, los peligros del terrorismo islámico, el paro, los problemas energéticos e hidráulicos y la situación económica requieren de un gobierno fuerte, capaz de alcanzar amplios acuerdos y estable. Llega la hora de votar, un derecho fundamental, una gran responsabilidad y obligación moral que se debe ejercer en libertad y con lealtad a la propia forma de sentir y pensar.