La pastoral vocacional
16/03/2012 - 00:00
La inmensa mayoría lleva razón cuando afirma, como nosotros, que dejando sin recursos a lLa reflexión sobre la vocación cristiana ha de ocupar un tiempo importante en la actividad pastoral de nuestra diócesis en los próximos años. En nuestros días, como en otros momentos de la historia, Dios sigue llamando al seguimiento pero esta llamada no es escuchada o no encuentra la respuesta generosa de quienes son llamados. Como la vocación, ante todo, es un don de Dios, debemos pedir insistentemente al Dueño de la mies que suscite nuevas vocaciones en la Iglesia y que abra el corazón de los jóvenes y de los adultos a la trascendencia.
Pero, además de orar, tenemos que analizar las causas de esta falta de respuesta a la llamada divina. Ciertamente, la secularización progresiva de la sociedad, el descenso de la natalidad y el deterioro creciente de la convivencia familiar están influyendo de forma muy negativa en la escucha de la voz de Dios. Pero este conjunto de cosas no pueden llevarnos a caer en el lamento sino a hacer una revisión serena de nuestra actividad pastoral para rectificar aquellos métodos y actuaciones que reclama de nosotros la nueva evangelización.
Concretamente, tenemos que revisar la pastoral familiar, la pastoral juvenil, la pastoral vocacional y la catequesis. Si no existen familias cristianas que provoquen en sus hijos el encuentro con Jesucristo y si no propiciamos en la catequesis y en las restantes actividades pastorales momentos de encuentro con Dios será muy difícil que surjan buenos cristianos y, consecuentemente, vocaciones a la vida sacerdotal y religiosa.
En este sentido es muy importante traer a la memoria nuestra experiencia personal. Normalmente todos nos hemos decidido a seguir a Jesucristo porque alguien nos ayudó con su palabra y testimonio de vida a entrar en relación con Él, a conocerlo y amarlo a través de la oración y de la participación en los sacramentos. Sin este encuentro no puede existir vocación. Habrá niños, jóvenes y adultos, que tengan más o menos conocimiento de Dios, de Jesucristo y de la Iglesia, pero esto no es suficiente para responder a la llamada de Jesucristo y para seguirle con gozo y decisión
Por otra parte, no debemos olvidar que esta rectificación en los comportamientos pastorales nos está pidiendo a todos que demos pasos decididos en el camino de la conversión personal a Dios para avanzar en la renovación interior, para afianzar la propia vocación y para aspirar con decisión a la santidad de vida. La transmisión de la fe a los demás y la llamada al seguimiento de Jesucristo pasan siempre por el anuncio pero, sobre todo, por el testimonio de una vida coherente con ese anuncio.