La pobreza y los derechos utópicos

25/10/2011 - 00:00 Redacción


La situación va a peor. En nuestro país la pobreza empieza a ser crónica. La Asociación Comisión Católica Española de Migración (Accem) presentaba ayer su Memoria 2010, informe en el que se reflejaba el incremento en el número de atenciones a personas extranjeras, pero también, y de forma muy notable, a españoles. En total, esta ONG atendió a 12.681 personas en nuestra provincia, impartiendo cerca de 85.500 prestaciones, datos que se vaticina se superarán a lo largo de este año. La crisis no sólo ha cambiado los hábitos de muchos sino que, además, nos muestra el nuevo rostro de la pobreza. El perfil del beneficiario, se ha modificado y, con la crisis económica, se ha equilibrado la presencia de inmigrantes y autóctonos. En 2007, los primeros eran el 70 por ciento y actualmente están en un 50 por ciento. No obstante, los inmigrantes siguen siendo un colectivo especialmente vulnerable ante los efectos de la recesión económica y en ningún caso compiten con los españoles por acceder a una ayuda. Ahora la crisis hace mella, también, en las familias con niños, quienes cada vez más acuden a la beneficencia en busca de ropa usada, comida o asesoramiento para lograr llegar a fin de mes. Pero también se ha producido un rejuvenecimiento de los atendidos, porque los jóvenes se convierten, en nuestro país, en un sector sensible, (el 16,9% de las personas pobres en España) al estar, en muchos casos, ligados a familias numerosas o desestructuradas, también de padres jóvenes. El mapa de los más necesitados se amplía. Por ello, en los tiempos que vienen, que se pronostican pueden ser aún peores, tenemos que intentar que los pobres deben ser los primeros, los que reciban un mayor apoyo social. Hay personas sufriendo ya que la pobreza se sigue incrementando gracias a un modelo económico que lo fomenta. Por ello, hay que seguir trabajando, desde las administraciones, para facilitar una atención básica, una vivienda con las características mínimas, y un ámbito donde el empleo no sea un privilegio. Máximas, todas, casi utópicas en los tiempos que corren.