La Semana Santa en la provincia
28/03/2016 - 23:00
El tiempo, principal aliado o adversario de los desfiles procesionales y las representaciones en la calle de pasiones vivientes, fue este año benévolo por la ausencia de lluvia y las temperaturas suaves. Todo, a excepción en la capital de la procesión del Lunes Santo, la de Santa María de la Misericordia que hubo de ser suspendida por la tromba de agua, se ha podido desarrollar conforme a lo programado. Los meses de ensayos y los preparativos de cofradías y hermandades se han visto recompensados con el esplendor de las marchas, seguidas como cada año por centenares de personas en silencio y oración. En nuestra provincia son varias las citas que gozan de la catalogación de Interés Turístico Regional o Provincial y algunas tienen el encanto añadido de celebrarse por el mismo itinerario y de forma idéntica a como se desarrollaban hace siglos. La variedad procesional es grande y distintas singularidades hacen a cada una especial. Todas aportan el colorido de las vestimentas y la belleza de cada imagen y paso, pero sobre todo la emoción y el recogimiento que transmiten. Las calles han vivido ambiente de Semana Santa, un atractivo más a sumar a los que ya atesoran nuestras localidades. Hoy, Lunes de Pascua, festivo todavía en el ámbito escolar, es momento de agradecer el trabajo de las juntas directivas de las Cofradías y Hermandades, el esfuerzo de los costaleros y cargadores, la participación de cofrades y hermanos, la escenificación de actores y actrices, la labor de los sacerdotes que multiplican sus servicios y procuran llegar hasta los más pequeños núcleos de población y la implicación como público de las miles de personas que imprimen la solemnidad a estas celebraciones. Nuestros pueblos han vuelto a resurgir con la llegada de la Semana Santa y la primavera y en estos días han recuperado tradiciones que celebraban antaño como la quema del Judas. Aunque muchas personas hayan optado por unos días de vacaciones fuera de Guadalajara, los que se han quedado han demostrado otra vez el apego a nuestras costumbres y cultura, al cristianismo todavía imperante.