La Sierra, sin Somoano
01/10/2010 - 09:45
Por:
Cartas al director
ÁNGEL MORENO CRESPO / Alcalde de Cantalojas y diputado provincial del Grupo Socialista
Jamás llegará el desarrollo a la Sierra Norte mientras se sigan aplicando políticas socialistas. Es el veredicto grosero de Mario González Somoano en el escrito panfletario que ha suscrito a modo de exaltación de la Serranía. El portavoz del Grupo Popular de la Diputación provincial se autoproclama redentor de esta comarca de Guadalajara, que tiene una de las densidades de población más bajas de la Unión Europea. En un alarde visionario, vaticina que hará lo posible y lo imposible para rescatarla del olvido. ¡Qué Dios nos pille confesados, mire usted!
No seré yo quien predique y me vanaglorie de la retahíla de actuaciones que se han llevado a cabo en la última década para mejorar los servicios e infraestructuras de esta comarca. Que hasta el señor Somoano es benevolente y admite ese progreso. Al fin y al cabo, cualquier hijo de vecino al que la ceguera no le nuble la vista puede comprobar sobre el terreno los logros de un sinfín de programas y subvenciones cuyos resultados en nada se asemejan al escenario de abandono, miseria y soledad que retrata el señor Somoano, el justiciero Robin Hood que librará al pueblo del yugo socialista. Porque ya no engañan a casi nadie. Hace tiempo que nos hemos acostumbrado a ese discurso lastimero del que el Partido Popular hace gala para soliviantar a propios y extraños. Pero la realidad suele ser muy tozuda y pone a cada uno en su sitio. Y todos sabemos el lugar que hace tiempo ocupa el señor Somoano.
Pero permítanme un inciso para sacar pecho por un par de proyectos que marcarán un hito, un antes y un después, en el devenir de la Sierra Norte. El 12 de agosto de 2009, el director general de Turismo, la consejera de Cultura y la presidenta de la Diputación provincial firmaban el Plan de Competitividad de la Arquitectura Negra, que destinará 3 millones de euros para la ejecución de 36 actuaciones en los cinco pueblos más representativos de uno de los espacios con más valores ambientales, paisajísticos y monumentales de nuestro país. Una iniciativa loable y emprendedora que reforzará la competitividad turística y el desarrollo de infraestructuras en un territorio carismático. Y, por supuesto, algo de lo que los socialistas nos sentimos especialmente orgullosos: el Plan de Carreteras de la Diputación, que en los dos primeros años de vigencia ya ha adecentado más de una docena de tramos en la Serranía, antes estrechos, sinuosos y con un firme parcheado hasta la saciedad, y hoy de mayor anchura y pavimento renovado, de curvas peraltadas y mejores condiciones de seguridad. Casi 10 millones de euros de inversión para las carreteras de esta comarca. Ni de aquel ni de este proyecto iba a alardear el señor Somoano. ¡Faltaría más! Nosotros, sí.
Quien tiene la desfachatez de escribir que hace falta que entre aire fresco en las instituciones para poder aplicar un nuevo modelo de gestión, que sólo puede venir de la mano del Partido Popular, no tiene ni vergüenza ni agallas. ¡Qué jeta, señor Somoano! Por sus hechos los conoceréis. Viene que ni pintiparada tan profética frase evangélica. Funcionario al uso de la Diputación de Guadalajara, lleva más de una década dando tumbos sobre la arena política para renovar su excedencia administrativa. Quien presume de haber estado presente en los últimos actos de enaltecimiento de la Sierra Norte es el único edil del PP en el Ayuntamiento de Hiendelaencina, pueblo con el que no le une vínculo alguno y de cuya Corporación municipal forma parte merced a que fue el único candidato que presentó el Partido Popular. ¡Ya se cuidó muy mucho él de evitar tentaciones a los votantes! De esa forma, el señor Somoano se garantizaba el acta de concejal y un sillón en la institución provincial. Y a punto estuvo de errar el cálculo. Una lástima, porque apenas nos faltó un puñado de votos para hacer el pleno y que se quedase fuera. Atrás quedan algunos episodios sombríos que hablan bien a las claras de la catadura moral del señor Somoano. Como aquella conversación privada que sacó a la luz con ayuda de una grabadora que ocultó en un bolsillo con la pérfida intención de comprometer al bonachón de Fernando Olalla, emblemático alcalde de Marchamalo ya fallecido. O la truculenta operación de la que fue muñidor para destituir a Jesús Ortega de la Presidencia de Caja de Guadalajara y que fue abortada a última hora. Aquella traición le costó la vicepresidencia de la entidad. Ni con sus compañeros de partido guarda las formas.
Éste es el perfil de un mercenario de la política que representa el aire fresco que el PP quiere llevar a las instituciones. La Sierra Norte no es potestad ni del Partido Popular ni de los socialistas ni del sursum corda. Su pasado, presente y futuro pertenecen única y exclusivamente a los serranos. Ellos tienen la última palabra. Un poco de respeto, señores.
Pero permítanme un inciso para sacar pecho por un par de proyectos que marcarán un hito, un antes y un después, en el devenir de la Sierra Norte. El 12 de agosto de 2009, el director general de Turismo, la consejera de Cultura y la presidenta de la Diputación provincial firmaban el Plan de Competitividad de la Arquitectura Negra, que destinará 3 millones de euros para la ejecución de 36 actuaciones en los cinco pueblos más representativos de uno de los espacios con más valores ambientales, paisajísticos y monumentales de nuestro país. Una iniciativa loable y emprendedora que reforzará la competitividad turística y el desarrollo de infraestructuras en un territorio carismático. Y, por supuesto, algo de lo que los socialistas nos sentimos especialmente orgullosos: el Plan de Carreteras de la Diputación, que en los dos primeros años de vigencia ya ha adecentado más de una docena de tramos en la Serranía, antes estrechos, sinuosos y con un firme parcheado hasta la saciedad, y hoy de mayor anchura y pavimento renovado, de curvas peraltadas y mejores condiciones de seguridad. Casi 10 millones de euros de inversión para las carreteras de esta comarca. Ni de aquel ni de este proyecto iba a alardear el señor Somoano. ¡Faltaría más! Nosotros, sí.
Quien tiene la desfachatez de escribir que hace falta que entre aire fresco en las instituciones para poder aplicar un nuevo modelo de gestión, que sólo puede venir de la mano del Partido Popular, no tiene ni vergüenza ni agallas. ¡Qué jeta, señor Somoano! Por sus hechos los conoceréis. Viene que ni pintiparada tan profética frase evangélica. Funcionario al uso de la Diputación de Guadalajara, lleva más de una década dando tumbos sobre la arena política para renovar su excedencia administrativa. Quien presume de haber estado presente en los últimos actos de enaltecimiento de la Sierra Norte es el único edil del PP en el Ayuntamiento de Hiendelaencina, pueblo con el que no le une vínculo alguno y de cuya Corporación municipal forma parte merced a que fue el único candidato que presentó el Partido Popular. ¡Ya se cuidó muy mucho él de evitar tentaciones a los votantes! De esa forma, el señor Somoano se garantizaba el acta de concejal y un sillón en la institución provincial. Y a punto estuvo de errar el cálculo. Una lástima, porque apenas nos faltó un puñado de votos para hacer el pleno y que se quedase fuera. Atrás quedan algunos episodios sombríos que hablan bien a las claras de la catadura moral del señor Somoano. Como aquella conversación privada que sacó a la luz con ayuda de una grabadora que ocultó en un bolsillo con la pérfida intención de comprometer al bonachón de Fernando Olalla, emblemático alcalde de Marchamalo ya fallecido. O la truculenta operación de la que fue muñidor para destituir a Jesús Ortega de la Presidencia de Caja de Guadalajara y que fue abortada a última hora. Aquella traición le costó la vicepresidencia de la entidad. Ni con sus compañeros de partido guarda las formas.
Éste es el perfil de un mercenario de la política que representa el aire fresco que el PP quiere llevar a las instituciones. La Sierra Norte no es potestad ni del Partido Popular ni de los socialistas ni del sursum corda. Su pasado, presente y futuro pertenecen única y exclusivamente a los serranos. Ellos tienen la última palabra. Un poco de respeto, señores.