La historia de la venta de Azuqueca que tiene una calle en Madrid con el mismo nombre
Alejandro Mañas García es arqueólogo en Fundación General de la Universidad de Alcalá y arqueólogo en Recópolis (Zorita de los Canes). En su blog comenta los avatares de la Venta de San Juan y posterior Casa de Postas azudense, derribada tras la expulsión de los fanceses. IMÁGENES DEL BLOG AZUQUECA, EN LA SENDA DEL TIEMPO
En su blog, Azuqueca en la Senda del Tiempo, narra los avatares de la Casa de Postas o Parador de Cortina de Azuqueca de Henares, un solar en el que anteriormente se emplazaba la Venta de San Juan, sita en la antigua aldea con el mismo nombre, “en pleno camino Real de Barcelona entre Alcalá y Guadalajara, en el antiguo trazado de la vía romana número 25 del itinerario Antonino y propiedad desde época medieval de las monjas bernardas de Guadalajara”, indica el investigador. En su lugar se emplazó la conocida como Casa de Postas o Parador de Cortina. Tras incendiarse en varias ocasiones y quedar anclado en las proximidades de las obras de la nueva carretera N-II fue derribado en 2005.
“Por alguna de esos milagros que suceden en algunas ocasiones por los interesados por el patrimonio y la historia común, el zócalo y el portón en caliza fueron desmontados, aún esperan en las dependencias públicas su nuevo hogar padeciendo perennes el paso del tiempo”, añade.
Por entonces Azuqueca era una pequeña villa de no más de trescientos habitantes que vivía de la agricultura que le proporcionaba la Vega del Henares y del paso de caminantes.
Piedras almacenadas de la portada de la antigua Casa de Postas.
La historia que nos cuenta se remonta a 1813, una vez expulsado el ejército francés de la península y tras la claudicación del propio Napoleón en 1814 mediante el Tratado de Fontainebleau y su posterior exilio a la isla de Elba. “La nueva España constitucional de las cortes de Cádiz se encuentra en un estado de semiruinoso en su mayoría. Los edificios que han formado parte de los acuartelamientos franceses han sido en el mejor de los casos abandonados, sino derruidos o convertidos en cenizas”, informa Mañas García.
Fue el momento en que “edificios estatales, ayuntamientos, castillos, palacios o edificios religiosos sufrieron el vandalismo en la retirada de tropas una vez se desmontaron acuartelamientos, polvorines o centros de mando”, asegura, y prosigue señalando que “del edificio para los comienzos del siglo XIX –la Venta de San Juan- sabemos que quedaba únicamente el edificio de la Venta, sin la ermita, contando con dependencias, mesón y cuadras. El impulso de los capitales privados una vez concluida la cruenta guerra contra los franceses, fueron clave para la construcción de una nueva economía a partir de los años 20 de dicho siglo”.
Vista aérea de 2001.
Una vez derruida la Venta de San Juan, el espacio a cubrir para el descanso de viajeros y caballerías quedó desierto, señala. “A día de hoy contamos que el edificio, conocido como Casa de Postas o Parador de Cortina, se edificó en algún momento anterior a 1829 y se incorporó a la Compañía de Diligencias Peninsulares y Postas a su creación en 1830”, continúa. Estas diligencias, dedicadas a transportar personas y el correo entre ciudades durante gran parte del siglo XIX hasta la llegada del ferrocarril, cuando cayó en desuso. “No fue la única que se ubicó en el corredor del Henares, posteriormente se levantarían la Venta de los Cachos o Cachote en Alovera o la antigua Venta de Meco, que no es la que conocemos actualmente”, amplía su perspectiva.
Vista aérea de 1998.
La Casa de Postas tenía una doble función, sirvió como posada para viajeros, caballerías y como mesón, aunque también como punto de distribución postal. A día de hoy sigue existiendo en el callejero azudense una calle y barrio relacionado con el antiguo camino por el que debían circular las caballerías o diligencias. En Madrid se sigue conservando una calle con el mismo nombre que partía desde la Real Casa de Postas (de espaldas a la Casa de Correos en la Puerta del Sol).
Vista aérea de 1956.
El edificio fue construido por Vicente Gómez de la Cortina y Salceda, II conde de Cortina. "Su origen procede de Cantabria, en Salarzón, proveniente de una importante saga de hacendados y militares mexicanos (Gómez de la Cortina, Condes de Cortina desde 1783 por Carlos III). Toman asiento en Alcalá de Henares en 1821 y como hombre de negocios comienza a comprar terrenos", comenta. Primeramente, adquiere la finca La Esgaravita en Alcalá de Henares y más tarde Miralcampo en Azuqueca de Henares al marqués de Mondéjar, Caballerizo Mayor de Fernando VII. "En los terrenos al otro lado del camino real y donde aún quedaban restos del antiguo despoblado de Miralcampo se levantaría el edificio".
El investigador, Alejandro Mañas, describe así el inmueble: "El edificio sigue una estructura típica de las casas de postas o paradores de camino real de los siglos XVIII-XIX... Era cuadrado con patio y fuente central, de dos pisos rematado a dos aguas. Destacaron su gran zócalo de madera, el empedrado de cantos para el acceso de las caballerías y las imponentes escaleras de mármol que daban acceso a la segunda planta. Su fachada estaba compuesta de ladrillo, destacando la portada en piedra que aún hoy se conserva, rematado por un zócalo en la misma caliza. La parte baja dedicada al mesón estaba cerrada al exterior con sencillas rejas y la balconada de las habitaciones de la parte superior con estrechos balcones en forja. Contaba con capilla que debió desaparecer a principios del siglo XX y dicen los más viejo que tuvo una cripta de difícil acceso una vez desapareció la capilla. Los edificios contiguos se usaron como cuadras, pajares o almacenes".