'Late un corazón, déjalo latir...'

21/03/2011 - 00:00 José Manuel Belmonte

El latido de un corazón es muy importante. Hay un viejo Tango incomparable titulado Al compás del corazón. De él quiero rescatar ese inicio, tan sugerente: Late un corazón, déjalo latir… No es mi intención situarme a esa altura romántica o poética. Ciertamente lo he vuelto a escuchar y, es genial. La letra es del poeta argentino Homero Expósito. Me inspiro en él. Pero me quiero situar en la realidad de hoy, a 3 niveles: una exposición, un juicio y en sede parlamentaria o congreso legislativo. Un latido es lo más. Por ello, una reflexión previa. El latido es vida. Si un latido puede tener valor de prueba judicial, ¿por qué no puede tener valor de ley? Un cardiólogo es una autoridad científica. La parada cardiaca puede llevar a diagnosticar la muerte de una persona. ¿No puede un latido certificar que hay una vida? Si un juez puede aceptar la prueba de la falta de latido, como prueba de muerte; lo contrario también será verdad: es decir, el latido como prueba de la vida. Y si el juez es el encargado de aplicar la ley, ¿por qué los legisladores no van a poder cambiar la legislación con esa misma prueba? ¿Necesitarán los políticos escuchar ese latido en sede parlamentaria para proteger al ser cuyo corazón emite ese síntoma vital?

   A nivel de exposición, se constata que tanto jóvenes como adultos quedan impactados al escuchar el latido de un corazón. En Tordesillas (Valladolid, España) la Asociación Cidevida abrió en 2010 una exposición permanente, para mostrar al público en general, y a los jóvenes y estudiantes en particular, la realidad de la cultura de la vida. Una de las realidades más impactantes es un simulador que introduce al visitante en el vientre de una mujer embarazada. Ahí puede escuchar el latido de un feto. Me consta que a las embarazadas a quienes su ginecólogo les permite escuchar el latido de su hijo también quedan maravilladas. Si junto a ella se encuentra el padre de la criatura, suele quedar anonadado. Ese latido tiene la música infinita de la vida. Es síntoma de vida y suena espontáneamente. Los expertos dicen que es miogénico, es decir no necesita de un estímulo consciente ni reflejo. Las contracciones son espontáneas.

  Cada latido lleva una secuencia de eventos que conforman el ciclo cardiaco. El pulso es el número de latidos cardiacos por minuto. Hay que decir que su frecuencia puede ser afectada por influencias nerviosas, hormonales o por la percepción de un peligro. Se puede percibir, que esa frecuencia, que puede ser de 160 en un feto en reposo, cuando percibe un peligro se altera. Cuando percibe el peligro para su vida, en caso de aborto, puede dispararse hasta 200, y puede vérsele luchar mediante ultrasonidos. Luego, silencio. Muerte. Para un juez, lo importante son las pruebas. Una muestra de saliva, de sangre, un cabello, cualquier prueba de ADN puede servir.

   El aliento sobre un espejo o la falta del mismo, sirve al médico para certificar tanto la vida como la defunción. ¿Por qué no un latido? ¡También un latido sirve! ¿Por qué no iba aceptarse como prueba? No hace falta un sexto sentido. Por eso mismo se ha llevado la prueba del latido del corazón hasta los mismísimos legisladores. Los avances de la ciencia lo permiten. Se trata de que tengan en cuenta ese latido y cambien la legislación. Para los médicos en general, y para los especialistas en ginecología y obstetricia, en particular, no hay ninguna duda. ¿Saben más que ellos los legisladores, o van por libre, o se hacen los sordos? ¿Existen iniciativas particulares que puedan hacer cambiar las leyes? La redacción de Hazte Oír, se hacía eco de la noticia de un diario canadiense, The Columbus Dispatch.

   Según dicho diario se trataría de una iniciativa para prohibir la ley del aborto. Han llevado los aparatos de ultrasonido, con sus correspondientes pantallas para que sus señorías puedan ver las ecografías y escuchar los latidos de los bebés de dos mujeres que accedieron a presentarse como testigos, Erin Glockner y Julie Aber. Transcribo sus palabras: “Un Comité de la Cámara parlamentaria del Estado de Ohio (USA) ha presenciado esta mañana ecografías por ultrasonido de los bebés de dos mujeres embarazadas, que acudieron como testigos al juicio que comenzó esta mañana sobre la propuesta de nueva legislación que intenta prohibir abortos después de que el primer latido del bebé pueda ser detectado médicamente”.

   Ese latido que puede ser perceptible incluso antes de que la mujer sea consciente de su embarazo, podría ser determinante para cambiar la ley. Si hay latido hay que proteger al feto, porque hay vida. Cordialmente indica que existe un nuevo ser. No se puede ignorar, ni por el legislador ni por la mujer, ni por los jueces. Como alguien dijo: “Es un tú en ti”. Todos: legisladores, juristas, médicos, y padres deberían decir: “Late un corazón, déjalo latir…” Conforme a derecho, a Derecho Humano, esa debería ser la conclusión. Repito la pregunta ¿será preciso que Sus Señorías (aquí o en cualquier país) escuchen, en Sede Parlamentaria, este latido para protegerlo? ¿Serían capaces de negarle el derecho a latir? ¿Podrá imponerse a ese latido, la monstruosa y repugnante “ideología de género”? ¿Podrá la estrategia de los intereses económicos y del Sistema pervertir el orden natural e imponer la ideología de la muerte? Concluye el Tango con una esperanza: “ya verás, amor, qué felices horas al compás del corazón”. Felices para quien lo dejó latir, se entiende. “Late un corazón, déjalo latir”.