Llena de cristianos vencidos y convencidos a medias
14/02/2014 - 23:00
La Iglesia está llena de cristianos vencidos, cristianos convencidos a medias. En cambio la fe todo lo puede y vence al mundo, pero se requiere el coraje de encomendarse a Dios. Así lo afirmó el Papa Francisco en su homilía de la misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta. La fe es confesar a Dios, pero al Dios que se ha revelado a nosotros, desde el tiempo de nuestros padres hasta ahora; al Dios de la historia.
Y esto es lo que todos los días rezamos en el Credo. Y una cosa es rezar el Credo desde el corazón y otra como papagayos, ¿no? Creo, creo en Dios, creo en Jesucristo, creo
¿Yo creo en lo que digo? Esta confesión de fe ¿es verdadera o yo la digo un poco de memoria, porque se debe decir? ¿O creo a medias? ¡Confesar la fe! ¡Toda, no una parte! ¡Toda! Y a esta fe custodiarla toda, tal como ha llegado a nosotros, por el camino de la tradición: ¡toda la fe! ¿Y cómo puedo saber si confieso bien la fe? Hay un signo: quien confiesa bien la fe, y toda la fe, tiene la capacidad de adorar, adorar a Dios.
 Nosotros sabemos cómo pedir a Dios, cómo agradecer a Dios prosiguió diciendo el Papa Bergoglio pero adorar a Dios, ¡adorar a Dios es algo más! Sólo quien tiene esta fe fuerte es capaz de la adoración. Y el Santo Padre añadió: Yo oso decir que el termómetro de la vida de la Iglesia está un poco bajo en esto: hay poca capacidad de adorar, no tenemos tanta, algunos sí
. Y esto porque en la confesión de la fe nosotros no estamos convencidos o estamos convencidos a medias. Por tanto subrayó la primera actitud es confesar la fe y custodiarla.
La otra actitud es encomendarse: El hombre o la mujer que tiene fe se encomienda a Dios: ¡se encomienda! Pablo, en un momento oscuro de su vida, decía: Yo sé bien a quién me he encomendado. ¡A Dios! ¡Al Señor Jesús! Encomendarse: y esto nos lleva a la esperanza. Así como la confesión de la fe nos lleva a la adoración y a la alabanza de Dios, el encomendarse a Dios nos lleva a una actitud de esperanza. Hay tantos cristianos con una esperanza con demasiada agua, no fuerte: una esperanza débil. ¿Por qué? Porque no tienen la fuerza y el coraje de encomendarse al Señor. Pero si nosotros los cristianos creemos confesando la fe, y también custodiando la fe, y encomendándonos a Dios, al Señor, seremos cristianos vencedores. Y ésta es la victoria que ha vencido al mundo: ¡nuestra fe!.