Los dos años de Román, a examen

21/06/2013 - 00:00 Redacción

 
 
Gestión perfecta al caos total, sobre el papel, va una abismal diferencia y sin embargo la política es capaz de diseñar ambas realidades sobre un mismo escenario y resultar hasta creíbles. En tres, o al menos dos guadalajaras distintas vivimos si releemos los balances tan distintos realizados por el Equipo de Gobierno del Ayuntamiento y los dos grupos de la oposición en sus respectivas ruedas de prensa para hacer balance de los dos primeros años de esta legislatura de mayoría absoluta que encabeza Antonio Román. Ni tan blanco, ni tan negro, sombras y luces pensará cualquier observador imparcial, cualquier ciudadano que sufre y goza de la vida ciertamente tranquila y agradable de esta pequeña capital de provincia. A decir verdad, salvo algunas adjetivaciones, son constructivas las diversas opiniones, la que explica y justifica lo realizado y las que ven incumplimientos y omisiones en la labor, como su propia palabra expresa, de oposición. Lo innegable es que se están haciendo actuaciones de manera continuada que revierten en que la ciudad avance.
 
  Dos grandes decisiones marcan este tiempo. La obra que modificará el centro de la ciudad, el llamado proyecto del Eje Cultural, que servirá para hacer una ciudad más cómoda, moderna y atractiva desde el punto de vista del turismo, cuyos detalles podemos conocer en el plano que publicamos en las páginas 2 y 3, y que como todo diseño otros podrían haber hecho de otra manera, pero que pinta bien, entendido en su conjunto y la reordenación del servicio de los autobuses urbanos. Era necesario un cambio, una optimización y nada fácil, imposible, reestructurar al gusto de todos. La práctica y las quejas de los vecinos mejorarán lo que se ha pensado con criterio desacertado. Por lo demás, la mejora en el pago a los proveedores y la facilidad dada para pagar los impuestos es de lo mejor de lo mucho hecho en cada una de las áreas. La creación de medios de comunicación propios de la casa consistorial, con cierto desprecio a lo existente, nos parece, tal vez por lo que nos toca, un gasto inútil y una ofensa.