Los Ghandi en Madrid

28/11/2010 - 23:15 José Manuel Belmonte

Entre tanta mediocridad, y tanta basura, hemos sido testigos de algo grande en Madrid. Alguien se ha alzado sobre la ruina política, económica y jurídica de este país. Son la reencarnación viva de la resistencia de Gandhi. “La voz interior me dice que siga combatiendo contra el mundo entero, aunque me encuentre solo” y en la calle. Tuvieron el valor de plantar su alma a la intemperie, como bandera contra la injusticia. “Casi todo lo que realice será insignificante, pero es muy importante que lo haga”. Si se hubieran quedado callados y en casa acatando la desgracia y la pantomima de una justicia más que ciega, sorda y muda, el mundo seguiría dando vueltas, pero sin su enseñanza. “Cuando alguien comprende que obedecer leyes injustas es contrario a su dignidad de hombre, ninguna tiranía puede dominarle”. Se trata de un hombre en coma, Antonio Meño, y de sus padres. Hace 17 meses, se plantaron, en la Plaza de Jacinto Benavente, a la puerta misma del Ministerio de Justicia de España y con firmeza y voluntad dijeron: “de aquí no nos movemos”. Han aguantado, el frío y el calor, la incomodidad y la desconfianza, de miradas indiferentes y de escepticismo y aceptado la solidaridad de muchos. “La fuerza no proviene de la capacidad física sino de la voluntad indomable”. La Familia Coraje, como Gandhi, han resistido y no ha sido en vano. Según el Tribunal supremo, pudo haber corporativismo y “maquinación fraudulenta” para “impedir a los perjudicados aproximarse a la realidad de lo ocurrido” durante su operación (la operación a la que se sometió su hijo y de la que salió en coma, y el juicio posterior). Aún no saben toda la verdad, pero ya están más cerca. “Nuestra recompensa se encuentra en el esfuerzo y no en el resultado. Un esfuerzo total es una victoria completa”. Todo llegará. De momento quien ha llegado ha sido un ángel, llamado Ignacio Frade, que hace 21 años estuvo como ayudante en la operación de rinoplastia de su hijo. Se topó con ellos por casualidad, en febrero y les prometió decir lo que vio en la sala de operaciones. Se lo contó a los letrados y el Supremo ha ordenado repetir el juicio. Y con esa esperanza han decidido levantar la tienda y volver a casa. Los Meños o los Gandhis, y cuantos les han animado y apoyado, piensan que nada fue en vano. Ni siquiera han tenido que tirar una piedra, como David, para derribar a Goliat. Tan solo creer y esperar contra toda esperanza. Han luchado como Quijotes contra los remolinos de su imaginación y contra la espada misma de la justicia y la mano que mantiene en equilibrio la balanza. En el Nuevo Testamento Lucas 18,1-8 hay un pasaje de hace veinte siglos que parece sacado de una enseñanza parecida, que invita a luchar sin desanimarse. “En la ciudad vivía una viuda que recurría al juez diciéndole: ´Te ruego que hagas justicia contra mi adversario`. Durante mucho tiempo el juez se negó, pero después dijo: ´Yo no temo a Dios ni me importan los hombres, pero como esta mujer me molesta, le haré justicia para que no venga continuamente a fastidiarme”. Y se la hizo. No todo está perdido, cuando todo parece ponerse en contra. Siempre hay un ancla para la esperanza. “La alegría está en la lucha, en el esfuerzo, en el sufrimiento que supone la lucha y no en la victoria”. Por el amor a su hijo, han vencido. “El amor es la fuerza más humilde, pero la más poderosa de que dispone el mundo”(Pensamientos de Gandhi). Erróneamente se emplea más la fuerza.