Los héroes. ¡Ya un mes!

13/04/2011 - 00:00 José Manuel Belmonte

Siempre me han fascinado los valientes; es decir, los luchadores. Pueden morir o ganar. Serán siempre un ejemplo. Tienen madera y espíritu de héroes. Son hombres y mujeres con energía y coraje. Los hay de todas las edades. Cuando todo un pueblo participa de esa grandeza es un ejemplo para la Humanidad. Admiro a Japón y a sus ciudadanos desde mis tiempos en la Universidad de Estrasburgo. Tuve ocasión de convivir con personas encantadoras de este gran país. Ni he olvidado aquellos días, ni desde el terremoto y Tsunami y sus terribles consecuencias puedo olvidarme de este pueblo honorable. La Comunidad Internacional ha quedado atónita ante la magnitud del desastre; mejor dicho, de la suma de tres desastres: el terremoto devastador, el tsunami arrollador, y la repercusión de la radiación nuclear.

  Asombra que no haya habido un movimiento de concienciación y canalización de ayudas para los damnificados, como sucedió con la tragedia del tsunami del 26 de diciembre de 2004 en Indonesia, o las catástrofes naturales de Haití, Chile, Pakistán, etc. ¡No se ha visto llorar a este pueblo! Transcurrido un mes, 13.116 han muerto y 14.377 siguen desaparecidos. 153.000 lo han perdido todo. Los daños, incalculables.Quisiera rendir homenaje a este pueblo porque no me lo puedo quitar de la cabeza. Si algo podemos aprender, no es por estar en la confluencia de placas tectónicas. Ellos lo habían asumido, y hasta un cierto nivel, estaban preparados. Es su espíritu culto y su alma de líderes, capaces de sacar lo más valioso de sí mismos y de inspirar a otros a través del ejemplo, incluso en los momentos más difíciles. Todos interiorizan el dolor y se muestran solidarios y civilizados. No bajan la guardia ni claudican de sus principios. Una rápida muestra: Niños.

    En la escuela Primaria de Kama en la ciudad de Ishnomaki, 30 niños de 8 a 12 años, esperaban pacientemente a su familia. Desde el día del terremoto y tsunami han vivido, sin agua, y cortes de luz. Han estado en vilo, pero juegan, duermen en los pasillos con los escombros, sin histerias, aguardado a los suyos. En su ciudad hay muchos desaparecidos. Adultos. Hideaki Akaiwa, un hombre de 43 años, se puso un traje de buzo, y se sumergió en las aguas heladas llenas de escombros y hierros en la ciudad de Ishinomaki sepultada por el agua. Nadó sin descanso para buscar a su mujer y su madre. Si quería encontrarlas con vida no podía esperar a la llegada de los equipos de rescate. Dos días más tarde halló a su esposa. Eso le animó a seguir buscando en el entorno donde antes había 160.000 habitantes. Logró dar con la casa donde vivía su madre. Atrapada en la parte superior del edificio, la encontró seis días después de la tragedia. Trabajadores. Es una nación de trabajadores extremadamente responsables.

  La relación de mutua lealtad entre empleados y empresa, es la básica. Produce admiración el poco o nulo absentismo, pese a laLos emperadores de Japón. Akihito y Michiko, (con 77 y 76 años), han visitado el centro Tokio Budokan en la capital nipona, donde están alojados 300 de los refugiados. La mayoría de los evacuados proceden de las provincias de Fukushima, Miyagi e Iwate, que tuvieron que abandonar sus casas después de la tragedia. El emperador se dirigió a su pueblo por sorpresa. Expresó su preocupación por el desastre nuclear y también se mostraba emocionado por la calma y el orden que los ciudadanos japoneses están demostrando tras el terremoto y el tsunami. ¡No es para menos! Cada uno ha estado en su sitio. Este pueblo es admirable. No están hechos de otra pasta. Es un pueblo envidiable que compagina la tradición y los auténticos valores. Se puede perder la hacienda, nunca la dignidad. El honor, el respeto, la cultura, la educación y el civismo son una realidad, en la prosperidad y en la adversidad. ¡Qué envidia! .