Los incombustibles

26/04/2013 - 00:00 Emilio Fernández Galiano

  
  
  
  Creo recordar que fue Pío Cabanillas Gallas (no confundir con su hijo, Pío Cabanillas Alonso), el que acuñó en tiempos de la Transición el término “incombustible”, referido al político que permanece en el tiempo en primera línea, en la cresta de la ola, en definitiva, que “no se quema”, de ahí el nombre. No en vano, el que fuera ministro de Información y Turismo en el último gobierno franquista y ministro de Justicia con la UCD de Adolfo Suárez, murió con las botas puestas en 1991 siendo eurodiputado por el PP. El político gallegó también grabó para la posteridad la sentencia “no sé quién ganará pero serán los míos”. ?
 
  Para incombustibles de la época también figura en puesto de honor Rodolfo Martín Villa, de quien se comenta que desde universitario, como delegado del Sindicato de Estudiantes Universitarios, SEU, no se ha bajado de un coche oficial. Su condición ignífuga le hizo pasar por cuatro ministerios incluida una vicepresidencia del gobierno, cuando naufragaba UCD. Pero supo encontrar sucesivos botes salvavidas en forma de empresas y corporaciones industriales, la última, la presidencia de Sogecable. Ignoro en la actualidad la presidencia que ostenta, pero será de algo. ?En aquéllos tiempos, los incombustibles solían terminar en algún consejo de administración, o varios, de cualquier empresa pública o participada.
 
  La privatización de muchas de ellas desviaron las “jubilaciones” de lujo hacia las Cajas de Ahorro, y así les ha ido, claro. Últimamente el parlamento europeo se ha convertido en una especie de cementerio de elefantes, donde acuden a finalizar su dilatada trayectoria grandes incombustibles. Pero aunque el término es más o menos moderno, la referencia histórica de este tipo de ejemplares, la encontramos en la figura de Sagasta. El político español no sólo sobrevivió a una condena de muerte, ni al desastre del 98, sino que es el único incombustible que ha sido presidente del gobierno con la república y con la monarquía, y con ésta, nada menos que con dos dinastías, la Borbón y la de Saboya. Don Práxides Mateo Sagasta es el mejor ejemplo de supervivencia política en toda la historia de España. ?
 
  Claro, que en la actualidad el principal partido de la oposición también cuenta con ilustres representantes, empezando por su líder. Alfredo Pérez Rubalcaba además de haber sido ministro de Educación, de Presidencia, del Interior, vicepresidente del Gobierno y portavoz varias veces, ha permanecido en la picota con todos los líderes socialistas hasta terminar siéndolo, y eso tiene mérito, no hay que negarlo. Es el último representante del felipismo en su versión más genuina. No le va a la zaga el partido en el gobierno, en el que sobreviven, incluso, antiguos miembros de la extinta UCD, y ya ha llovido desde que Iñigo Cavero apagara la luz. Son animales políticos, con un instinto de supervivencia fuera de lo común.
 
  No digo que sean buenos o malos, de todo hay, hablo de una especie que por su propia naturaleza no puede extinguirse. Ahora que pintan bastos, cuando el personal se replantea casi todo y las instituciones sufren los embates de la ira, de la desesperación, de la frustración y el paro, es cuando hay que recordar lo que decía el sabio: las personas pasan, pero las instituciones permanecen. Con permiso de los incombustibles.