Los jubilados disfrutaron ayer de su tradicional baile de Carnaval
01/10/2010 - 09:45
Por: A.B. GUADALAJARA
Cientos de jubilados volvieron ayer a apiñarse en el centro social de la calle Cifuentes para participar en el baile-concurso que tradicionalmente les reserva cada año el Ayuntamiento en el programa festivo de Carnaval. Aunque el porcentaje de los que se atrevieron a portar disfraz fue escaso respecto al número de presentes, la cita volvió a dejar pequeño este espacio, en el que también estuvo presente el alcalde, Antonio Román. El primer edil, como el resto de los mirones, disfrutaron con algunas de las creaciones, donde sobresalieron, más por su arte sobre la improvisada pasarela, un grupo de mujeres ataviadas al estilo hiphopero.
Tras el tirón del fin de semana, y disfrazando la crisis, los jóvenes dejaron ayer sitio a sus progenitores, los más longevos, en el programa de Carnaval.
Concentrados en varios centenares, los abuelos y abuelas de la ciudad se hicieron ayer fuertes en el centro social de la calle Cifuentes, donde el baile en pareja de pasodobles y rumbas volvió a reinar, como es habitual, sobre la propia esencia del disfraz carnavalístico. Y es que disfraces, la verdad, hubo pocos, sino más bien mirones encantados de observar a quien se animó a embutirse entre máscaras, trajes y antifaces, la mayoría portados por féminas.
Fueron precisamente un grupo de mujeres las que, ataviadas como amantes del hip-hop radiocassette, gafas de sol y gorras inclusives más dieron la nota, sin olvidarse de los movimientos propios de este estilo musical. Tanto fue su afán que el jurado no lo dudó y les dio por goleada el máximo galardón en la categoría de grupos.
Rica en presencia fue también la versión femenina del concurso de disfraz individual, por el que desfilaron personajes de cuento como Caperucita o Blancanieves, payasos, diseños ya primaverales o hasta un extraño troll. En la categoría masculina, por contra, los valientes se podían contar con los dedos de una mano, y sólo se vio, entre otros, a algún lobito y a una extraña pareja de abuelitos de goma metidos en el mismo traje, que también recibió su estatuilla como premio.
El discurrir de la cita de ayer era sencillo. Los participantes salían desde un pasillo al gran salón de actos, donde el concurrido público, dispuesto en círculo, les esperaba para convertirles en el blanco de todas las miradas mientras desfilaban al son de la música. Los menos interesados, o al menos los más cansados, esperaban sentados en las sillas dispuestas junto a la pared a que el baile les volviera a otorgar la posibilidad de disfrutar de otra pieza musical.
Un poquito más elevados que el resto, sobre un pequeño escenario en el que también se encontraba el dj, no perdían detalle del desfile el alcalde de la ciudad, Antonio Román, y algunos de los miembros de su equipo de Gobierno, como las concejales María José Agudo y Carmen Heredia.
Azuzando el ambiente, los animadores municipales, muchos de ellos habituales en estos lares y convenientemente disfrazados, ejercían su papel demandando palmas a los presentes, que no se estiraron mucho chocando manos. Ya sólo queda que mañana se eche arena sobre la sardina para guardar el antifaz hasta la próxima ocasión.
Concentrados en varios centenares, los abuelos y abuelas de la ciudad se hicieron ayer fuertes en el centro social de la calle Cifuentes, donde el baile en pareja de pasodobles y rumbas volvió a reinar, como es habitual, sobre la propia esencia del disfraz carnavalístico. Y es que disfraces, la verdad, hubo pocos, sino más bien mirones encantados de observar a quien se animó a embutirse entre máscaras, trajes y antifaces, la mayoría portados por féminas.
Fueron precisamente un grupo de mujeres las que, ataviadas como amantes del hip-hop radiocassette, gafas de sol y gorras inclusives más dieron la nota, sin olvidarse de los movimientos propios de este estilo musical. Tanto fue su afán que el jurado no lo dudó y les dio por goleada el máximo galardón en la categoría de grupos.
Rica en presencia fue también la versión femenina del concurso de disfraz individual, por el que desfilaron personajes de cuento como Caperucita o Blancanieves, payasos, diseños ya primaverales o hasta un extraño troll. En la categoría masculina, por contra, los valientes se podían contar con los dedos de una mano, y sólo se vio, entre otros, a algún lobito y a una extraña pareja de abuelitos de goma metidos en el mismo traje, que también recibió su estatuilla como premio.
El discurrir de la cita de ayer era sencillo. Los participantes salían desde un pasillo al gran salón de actos, donde el concurrido público, dispuesto en círculo, les esperaba para convertirles en el blanco de todas las miradas mientras desfilaban al son de la música. Los menos interesados, o al menos los más cansados, esperaban sentados en las sillas dispuestas junto a la pared a que el baile les volviera a otorgar la posibilidad de disfrutar de otra pieza musical.
Un poquito más elevados que el resto, sobre un pequeño escenario en el que también se encontraba el dj, no perdían detalle del desfile el alcalde de la ciudad, Antonio Román, y algunos de los miembros de su equipo de Gobierno, como las concejales María José Agudo y Carmen Heredia.
Azuzando el ambiente, los animadores municipales, muchos de ellos habituales en estos lares y convenientemente disfrazados, ejercían su papel demandando palmas a los presentes, que no se estiraron mucho chocando manos. Ya sólo queda que mañana se eche arena sobre la sardina para guardar el antifaz hasta la próxima ocasión.