Los majanos
Ahora que todo el mundo habla, escribe, opina, discute y, en general, se preocupa por la situación política, se me ocurre, quizá como terapia mental, tal vez como subterfugio liberador de tensiones, escribir sobre los majanos, es decir, sobre el campo y la Naturaleza, que es lo que me gusta. Majanos son los montones de piedra que se acumulan en los extremos de las fincas cuando son despedregadas. Y no voy a buscar ningún paralelismo entre majanos y Política porque quizá saldría malparada ésta, pues en los majanos, que aquí no simbolizan los partidos políticos, se crían y se refugian pequeños roedores, reptiles, conejos y otras especies menores atraídas por su protección y por la humedad que conservan. Los majanos son muy alcarreños, sobre todo en nuestras planicies de la primera y segunda alcarrias. Hace unos días anduve entre el Tajuña y el Tajo, en llanos de Brihuega, y observé el esfuerzo realizado en amplias fincas privadas para poder cultivarlas mejor. Abundaban los majanos. Le escuché a Rodríguez de la Fuente en Brihuega una conferencia de más de una hora sobre los majanos, y siento no haber encontrado ninguna nota de ella, aunque, lo destacable era la persuasión con que lo decía, como todos vimos en sus charlas en televisión y sus reportajes de El hombre y la Tierra que rodaba en las hoces del río Dulce, en Pelegrina. Eran tiempos anteriores a Internet. Y al pensar en los majanos, me vienen a la memoria los esfuerzos de tantas generaciones de la Serranía, en especial de la zona de Arquitectura Negra, para cercar las fincas con lastras y lajas de pizarra con una habilidad que hoy nos admira. Y todo ello para que ahora, como consecuencia de la despoblación, o por el despego que hay hacia lo rural, aquel trabajo no sirva para nada, porque el ganado, por el que se cercaban las fincas, está disminuyendo, siendo antes su primera riqueza O tempora!, O mores!, que decía el clásico! (Oh tiempos! ¡Oh, costumbres!) ¿Será posible- se preguntan algunos- que algún día seamos todos urbanos y tengamos que conformarnos con leer los poemas de Fray Luis de León sobre la vida en el campo o las pastoriles escenas de Garcilaso de la Vega? Todo esto lo pienso ahora al recordar la belleza, todavía primaveral, de la hermosa vega del Tajuña, camino de Brihuega y luego las cuidadas fincas de secano en dirección a Budia antes de llegar a la Virgen del Peral, en descenso hacia el Tajo. Algo así, pero mejor dicho, escribió Horacio sobre el campo en tiempos de Cristo.