Los milanos decoran su nido para hacer ostentación
28/01/2011 - 12:18
Foto: Thomas Kraft / Wikimedia Commons
La decoración presente en el nido constituye una señal social muy importante de cara a proteger recursos como el alimento o las zonas de caza, descanso y reproducción que poseen los individuos reproductores, los "constructores" del nido.
La información que proporciona el nido evita confrontaciones físicas con otros milanos "intrusos", al ofrecer información sobre la habilidad y disposición para luchar que poseen los dueños del nido, incluso cuando estos no están físicamente presentes. El milano negro ('Milanus migrans') se trata de una rapaz dotada de garras y pico afilados, lo que hace necesario que existan mecanismos de comunicación que eviten el riesgo de sufrir lesiones asociadas a confrontaciones físicas.
La decoración del nido con plástico blanco constituye un ejemplo inédito sobre este tipo de señal externa al cuerpo del individuo y dirigida a evitar conflictos físicos. Esta señal no está ligada al cuerpo del animal sino que es una "extensión" de su cuerpo, ya que requiere el uso de objetos externos, en este caso plásticos.
Según explicó a Europa Press Julio Blas, uno de los principales responsables del trabajo e investigador del CSIC en la Estación Biológica de Doñana, "el uso de estructuras externas con fines de señalización se ha descrito en muy pocas especies animales como algunas aves y peces de pequeña talla. Se supone que el uso de estas señales implica unas mayores habilidades cognitivas, e incluso la capacidad de transmisión cultural".
"Los milanos con mayores habilidades de lucha llenan el nido de plástico blanco, lo mismo que el yudoca o el karateca experimentado porta un cinturón negro. Estos códigos favorecen a buenos y a malos luchadores: los primeros ahorran su tiempo y energías al no sufrir provocaciones de individuos inexpertos; los segundos ahorran el riesgo de sufrir lesiones al conocer las habilidades de otros individuos sin necesidad de comprobarlo físicamente", amplía Julio Blas.
Los milanos de buena calidad son respetados por el resto de la población ya que al decorar su nido sufren menos intrusiones territoriales. Los milanos de peor calidad no se atreven a decorar su nido, y deben sufrir una mayor tasa de interferencia por intrusos.
Aunque la señal puede parecer fácil de falsear ya que la decoración del nido se hace con plásticos, un material abundante en casi cualquier medio, la honestidad de la señal se mantiene mediante un estricto "control social", que evita la existencia de individuos "mentirosos".
"Esto lo pudimos demostrar aumentando artificialmente la decoración de un grupo de nidos, que inmediatamente recibieron un mayor número de agresiones: la comunidad decide comprobar si el nuevo nivel de calidad señalado realmente coincide con la calidad del individuo: este es el control social", señala el investigador.
Los investigadores creen que el milano negro no constituye un caso anecdótico o excepcional, y que es muy posible que sean cientos de especies animales las que utilizan la construcción de estructuras como hitos de señalización. "Queremos animar a otros científicos a comprobar si otros ejemplos de 'arquitectura animal' como son los nidos, o los objetos que con frecuencia decoran estas estructuras, poseen funciones de comunicación. Seguramente nos sorprenderemos de la frecuencia con que estos usos, hasta ahora pasados por alto, aparecen", continúa Blas.
El trabajo constituye la primera demostración del uso de señales "de fenotipo ampliado" (externas al cuerpo del animal) cuya finalidad no está exclusivamente ligada a procesos de selección sexual sino también a la defensa de recursos como el alimento, zonas de caza, de descanso y de reproducción.
Además, los investigadores demuestran por primera vez que este tipo de señal refleja la edad del individuo de forma continua, y que pone de manifiesto procesos de senescencia: conforme los individuos envejecen pierden capacidades reproductivas, habilidades de lucha y de supervivencia, y señalan honestamente el declive de su estatus disminuyendo el nivel de decoración en su nido.
El estudio fue dirigido y diseñado por Fabrizio Sergio y Julio Blas y junto a ellos han participado los investigadores del CSIC Guillermo Blanco, Alessandro Tanferna, Lidia López, Jesús Lemus y Fernando Hiraldo.
La información que proporciona el nido evita confrontaciones físicas con otros milanos "intrusos", al ofrecer información sobre la habilidad y disposición para luchar que poseen los dueños del nido, incluso cuando estos no están físicamente presentes. El milano negro ('Milanus migrans') se trata de una rapaz dotada de garras y pico afilados, lo que hace necesario que existan mecanismos de comunicación que eviten el riesgo de sufrir lesiones asociadas a confrontaciones físicas.
La decoración del nido con plástico blanco constituye un ejemplo inédito sobre este tipo de señal externa al cuerpo del individuo y dirigida a evitar conflictos físicos. Esta señal no está ligada al cuerpo del animal sino que es una "extensión" de su cuerpo, ya que requiere el uso de objetos externos, en este caso plásticos.
Según explicó a Europa Press Julio Blas, uno de los principales responsables del trabajo e investigador del CSIC en la Estación Biológica de Doñana, "el uso de estructuras externas con fines de señalización se ha descrito en muy pocas especies animales como algunas aves y peces de pequeña talla. Se supone que el uso de estas señales implica unas mayores habilidades cognitivas, e incluso la capacidad de transmisión cultural".
"Los milanos con mayores habilidades de lucha llenan el nido de plástico blanco, lo mismo que el yudoca o el karateca experimentado porta un cinturón negro. Estos códigos favorecen a buenos y a malos luchadores: los primeros ahorran su tiempo y energías al no sufrir provocaciones de individuos inexpertos; los segundos ahorran el riesgo de sufrir lesiones al conocer las habilidades de otros individuos sin necesidad de comprobarlo físicamente", amplía Julio Blas.
Los milanos de buena calidad son respetados por el resto de la población ya que al decorar su nido sufren menos intrusiones territoriales. Los milanos de peor calidad no se atreven a decorar su nido, y deben sufrir una mayor tasa de interferencia por intrusos.
Aunque la señal puede parecer fácil de falsear ya que la decoración del nido se hace con plásticos, un material abundante en casi cualquier medio, la honestidad de la señal se mantiene mediante un estricto "control social", que evita la existencia de individuos "mentirosos".
"Esto lo pudimos demostrar aumentando artificialmente la decoración de un grupo de nidos, que inmediatamente recibieron un mayor número de agresiones: la comunidad decide comprobar si el nuevo nivel de calidad señalado realmente coincide con la calidad del individuo: este es el control social", señala el investigador.
Los investigadores creen que el milano negro no constituye un caso anecdótico o excepcional, y que es muy posible que sean cientos de especies animales las que utilizan la construcción de estructuras como hitos de señalización. "Queremos animar a otros científicos a comprobar si otros ejemplos de 'arquitectura animal' como son los nidos, o los objetos que con frecuencia decoran estas estructuras, poseen funciones de comunicación. Seguramente nos sorprenderemos de la frecuencia con que estos usos, hasta ahora pasados por alto, aparecen", continúa Blas.
El trabajo constituye la primera demostración del uso de señales "de fenotipo ampliado" (externas al cuerpo del animal) cuya finalidad no está exclusivamente ligada a procesos de selección sexual sino también a la defensa de recursos como el alimento, zonas de caza, de descanso y de reproducción.
Además, los investigadores demuestran por primera vez que este tipo de señal refleja la edad del individuo de forma continua, y que pone de manifiesto procesos de senescencia: conforme los individuos envejecen pierden capacidades reproductivas, habilidades de lucha y de supervivencia, y señalan honestamente el declive de su estatus disminuyendo el nivel de decoración en su nido.
El estudio fue dirigido y diseñado por Fabrizio Sergio y Julio Blas y junto a ellos han participado los investigadores del CSIC Guillermo Blanco, Alessandro Tanferna, Lidia López, Jesús Lemus y Fernando Hiraldo.
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