Los Patxis

09/10/2012 - 00:00 Santiago López Castillo


  Confieso que el nombre de Francisco es de sobra hermoso como para que se le siga honrando y se venere en determinados casos cuando responda, principalmente, al olor de santidad. Pero la estulticia a que han llegado los nacionalismos hace que se produzcan tamañas gilipolleces: Patxi en vascongadas y Pachi en Galicia. Me refiero, naturalmente, a Patxi López, el todavía lehendakari, y Pachi Vázquez, candidato a la Xunta, ambos, como es bien sabido, del Partido Socialista Obrero Español, ¡qué contrasentido! (lo digo por lo “español”). Cuando vi que los socialistas habían elegido al tal Vázquez para las elecciones galaicas me sobresalté.

  ¿Mi amigo Paco Vázquez, él, con lo que le ha puteado el PSOE? No. Resulta que el susodicho es un tal Manuel Vázquez Fernández, muy conocido en su casa a la hora de comer, pulpo a feira, natural de Carballino, Orense. De modo que tenemos un Pachi por Finisterre y un Patxi López por el norte tirando a la derecha, tiros en la nuca incluidos. Se avergüenzan de llamarse Manuel y Francisco, respectivamente. Zurupetos es lo más suave que se me ocurre. También, mercachifles o cantamañanas.

  Pasa algo parecido con los informadores deportivos, menuda grey, que, generalmente, no ostentan sus nombres de pila, sincopados o diminutivos, y así tenemos a Lolo por Manolo; Chema por José María; Tony por Antonio; Gaby (Fofó y Miliki), Rafa, Paco González, el que decía que tal o cual árbitro se había fumado un “abecé” cuando estaba en la SER y hoy está en la COPE de monaguillo con los curas, ora pro nobis. Y ahora nos sale en RNE un tal Manolo hache hache, que responde a las iniciales de sus apellidos, pero HH hubo uno solo en la historia reciente de España: Helenio Herrera.

  En periodismo, cual es mi demarcación, esto no es serio. Mariano José de Larra, por poner un ejemplo, nunca firmó con Marianito o Ano Larra, prefería el seudónimo de “Fígaro” o “El pobrecito hablador” para rubricar sus artículos satíricos, hasta que se pegó un tiro y la jodió. Asimismo, José Martínez Ruiz quedó inmortalizado con “Azorín”. Se daba mucho el seudónimo en los artículos periodísticos; poseían la vitola de la intriga, aunque al autor -siempre vanidoso, como todo creador de algo- pronto se le reconocía; entre otras cosas porque él mismo lo decía: ése soy yo.

  Tal fue la experiencia del costumbrista Mesonero Romanos que se firmaba con “El curioso parlante” y al que sus detractores calificaron de “novelista frustrado”. Los Patxis, Pachis, Jordis, Manel por Manuel, Carlos por Carles (en catalán su pronunciación suena a femenino)… es una pijotería que establecen los aldeanos soberanistas. Y San Francisco de Asís, al que tengo en estampas, siempre fue tal cual en la protección de los animales, incluidos los míos. Con puño y letra.