Los riesgos (y los remedios) de almacenar demasiados trastos en la casa del pueblo
”Guárdalo en la casa del pueblo”. Es una frase que repiten muy a menudo quienes tienen una segunda residencia en la provincia de Guadalajara, convirtiendo la vivienda en una suerte de trastero… con los riesgos que ello conlleva. Por eso, en estas líneas damos una serie de consejos sobre qué guardar y qué no guardar en estos hogares que pasan tanto tiempo vacíos.
Riesgos de guardar demasiados objetos
Los riesgos de almacenar demasiados ‘trastos’ en la casa del pueblo son muy variados y afectan no solo a la vivienda, sino también a su entorno e incluso a los propios objetos. Un ejemplo es el fuego: algunos de los objetos almacenados pueden desencadenar un incendio, como veremos más abajo.
La putrefacción es otra de las consecuencias de almacenar mucho tiempo determinados objetos. Por supuesto, así ocurrirá con aquellos que se componen de materia orgánica, pero también otros que, en condiciones de humedad, pueden ser pasto del moho. En este caso, el mayor inconveniente que puede causar son los malos olores, que sufrirán los vecinos y los propios usuarios de la vivienda en el momento de entrar.
Tampoco hay que olvidar la posibilidad de que determinados objetos provoquen escapes, por ejemplo, emisiones de gases o vertido de líquidos. Los gases pueden provocar los mencionados malos olores o incluso riesgos para la salud de quienes los inhalan, mientras que los líquidos pueden generar humedades o goteras en viviendas colindantes.
Cosas que NO deberías conservar en la casa del pueblo
Por los riesgos mencionados y por otros más generales, hay determinados objetos que no deberías guardar en tu segunda residencia, bajo ningún concepto:
· Alimentos, especialmente los perecederos en mayor o menor medida: las despensas de las viviendas rurales nunca están exentas de humedad, por lo que no siempre se mantendrán en buenas condiciones. Y si optas por el frigorífico debes saber que un inesperado corte de luz puede convertir la nevera en un cementerio de comida en mal estado
· Botellas con gases inflamables: aunque las condiciones ambientales sean más o menos constantes, un aumento repentino o gradual de la temperatura puede desencadenar la explosión de este tipo de recipientes
· Electrodomésticos viejos: algunos de ellos contienen gases o líquidos industriales, y con el tiempo pueden sufrir los mencionados escapes
· Documentos de importancia: en este caso no ocasionan ningún tipo de peligro, pero corren el riesgo de deteriorarse a causa del polvo, la humedad o un desafortunado incendio. Y en esos casos, la pérdida de la información puede ser irreparable
Alternativas a este tipo de almacenamiento
La primera medida a tomar es valorar detenidamente si todos los objetos merecen ser conservados. Y los que no lo merezcan, podrán ser reciclados para ser procesados correctamente. En el mejor de los casos, pueden ser donados, reutilizados o incluso revendidos, suponiendo un ingreso extra nada desdeñable.
Pero en los casos en los que deshacerse de enseres antiguos resulte complicado por su alto valor emocional o porque aún son útiles, siempre queda la posibilidad de almacenarlos en traseros de alquiler, a través de empresas como Homebox. Estos suelen estar en las grandes ciudades como Madrid, de modo que quedarán más a mano de la primera residencia.
En definitiva, la casa del pueblo merece ser precisamente eso: una vivienda especial, en un entorno agradable, que reciba a sus moradores de manera acogedora desde el mismo momento de entrar, en cualquier época del año.