Los toros y la provincia
27/08/2012 - 00:00
La fiesta nacional cuenta con un gran arraigo en la provincia de Guadalajara y sus moradores desde hace generaciones. Ninguna fiesta en pequeñas localidades se saldaba sin su suelta de vaquillas y los más atrevidos dando un capotazo, hasta que el reglamento de 1996 exigió una serie de medidas sanitarias y de seguridad incompatibles con los nimios presupuestos de los festejos. Evitar incidentes o accidentes y salvaguardar la integridad y la seguridad de las personas fue la finalidad de esta norma que todos acabaron por cumplir y que supuso un antes y un después. Nuestra provincia sigue siendo en la actualidad una de las que más toros mata en distintos festejos a lo largo del año, lo que manifiesta la afición que corre por las venas de sus habitantes. 2012 será el primer verano sin ninguna corrida de toros en nuestras plazas, pero si se están celebrando distintas novilladas y festejos de rejones. Torija, el 6 de octubre, parece, o la tradicional corrida de primavera de Brihuega devolverán a nuestros aficionados el espectáculo con mayúscula, amén de la fiesta de septiembre en nuestra capital, con buenos- no los mejores- carteles. El encierro por el campo más importante que se celebra en España tiene lugar en el término municipal briocense. Desde este viernes la provincia cuenta con una cita más de estas características al celebrar Marchamalo el primero de su historia. Las sueltas se repiten por calles y campos de numerosas localidades de la provincia siendo el principal reclamo de sus fiestas. Provincia taurina sin duda Guadalajara, también con sus antitaurinos. Llegó a celebrarse una manifestación poco concurrida por las calles y en ocasiones se han denunciado por grupos ecologistas abusos y malos tratos a los animales. Éstos son inadmisibles y merecedores de duros castigos legales. Hay que vigilar y denunciar cualquier vejación que se produzca sobre un eral pues las prácticas salvajes solo desprestigian una bella tradición. Siempre defenderemos desde aquí el trato digno a los animales. Lo contrario es propio de sociedades sin educación y atrasadas en el tiempo.