Máximos históricos
Más allá de las previsiones económicas, la mejor prueba de que ha empezado otra grave recesión la acaba de dar la Encuesta de Población Activa (EPA) del cuarto trimestre de 2011. Tras cuatro años de crisis, sin atisbo de recuperación, el mercado laboral español encajaba uno de los golpes más duros. Solo en el epicentro de esta gran crisis, en el paso de 2008 a 2009, el impacto fue mayor a nivel nacional. De hecho, entre octubre y diciembre de 2011 se perdieron 348.000 puestos de trabajo y aumentó el paro en 295.300 personas respecto al tercer trimestre. El balance provisional de la crisis es demoledor: el desempleo alcanza ya a 5,3 millones de personas. En Guadalajara la situación también alcanza récords históricos. El pasado año se cerraba con una cifra de desempleados impensable en otros tiempos: 27.200. Y una tasa de paro del 21,10 por ciento. La situación es alarmante, y sobre todo imperiosa. Hay que empezar a tomar medidas. El panorama es desolador y la impaciencia mucha. Todos somos conscientes de que no existen formulas mágicas y por lo tanto no se puede juzgar al gobierno recién llegado como causante de las estadísticas, pero desde luego empiezan a urgir respuestas contundentes. Es cierto que sindicatos y empresarios han dado un primer paso esta semana firmando el II Acuerdo para el empleo y la negociación colectiva pero, más allá de la garantía de una moderación salarial, el mercado laboral necesita medidas más contundentes. Esas han quedado al arbitrio del Ejecutivo de Mariano Rajoy que será el encargado de poner orden y concierto en aspectos tan importantes como la contratación. La tarea no es fácil y a juzgar por las palabras de Angela Merkel, quien asegura que las reformas laborales en su país se tradujeron en empleo dos años después, los efectos no serán inmediatos. De ahí, la necesidad de que se adopten las medidas necesarias para comenzar a dinamizar un mercado que, lamentablemente, se nutre, fundamentalmente de jóvenes (la mitad de los menores de 25 años está en paro).