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Mediadores
06/03/2014 - 23:00
Nohablo de los verificadores de ETA sino de los policías de Guadalajara que hacen un cursillo de formación para intervenir en desavenencias y enfrentamientos vecinales. La intención no sólo me parece buena, sino digna de aplauso, aunque la realidad venga seguramente a disminuir este optimismo. Porque si consiguen que esas tensiones se queden en desavenencias y no lleguen a los juzgados pensaré que han puesto una pica en Flandes. Lástima que esa formación no incluya también las desavenencias conyugales para intentar la concordia en los matrimonios que están pensando en la ruptura. Entonces empezaría a pensar que esos municipales merecen un monumento. Un guardia civil de Puesto rural me dijo que los conflictos entre matrimonios eran los que menos le gustaban, porque más de una vez la esposa que había denunciado a su esposo por maltrato se desdecía al llegar la Benemérita y justificaba la agresión alegando que era su marido. O sea que, al parecer, admitía que tenía derecho a maltratarla. Claro que eso era antes del auge del feminismo. Es de suponer que en el Profesorado del cursillo habrá psicólogos, porque los policías, a los que debo decir que casi los compadezco, necesitarán mucho tacto. Por eso, no creo que después del cursillo un policía empiece a mediar entre los enfrentados recordándoles que sólo los necios buscan los altercados, según la Biblia, (Proverbios,XX,v.3)
En todo caso sería bueno explicarles que cuanto más se discute más lejos está la verdad, como ya reflexionó el clásico, partiendo de que pocas veces la verdad está de un solo lado. El mayor inconveniente para que la mediación sea eficaz es que la intervención la tiene que solicitar una de las partes y ser aceptadas por las dos, requisito totalmente lógico, pero inviable cuando la discusión está enconada y cada parte lanza sus argumentos sin escuchar los del otro, como suele suceder. Y sospecho que mientras el policía mediador no vaya con un premio o una sanción que aplicar, difícilmente será escuchado y atendido por los enfrentados, y hasta puede que le suceda como algunas veces al árbitro de boxeo: que le llegue un puñetazo perdido cuando intente separarlos. Se entiende puñetazo verbal. El intervenir entre dos contendientes acalorados, ya se sabe que tiene su riesgo, pues un discutidor enardecido pasa fácilmente de la discusión al insulto y de éste a la agresión.