Medida ejemplarizante

22/11/2013 - 00:00 Redacción

 
 
  Esta semana la actualidad política de la región pasaba, inexcusablemente, por el Congreso de los Diputados. Después de que el pasado mes de julio el parlamento regional diera el visto bueno, con la mayoría del PP, a la modificación del artículo 10.2 del Estatuto para fijar una horquilla de 25 a 35 diputados (en lugar de mantener los 47 y 59 diputados que establecía para la composición de las Cortes autonómicas), el martes el debate se trasladaba hasta la Carrera de San Jerónimo. El Pleno del Congreso aprobaba con los votos del PP y Coalición Canaria la toma en consideración de la reforma de la norma castellano-manchega, y se abría de este modo la puerta para reducir a la mitad el número de diputados.
 
   Pero la medida que supondría un ahorro de cerca de 1,7 millones: 1,3 millones por la eliminación de 24 parlamentarios (cada uno cobra de media 57.000 euros anuales) y otros 285.000 euros por el ahorro en las retribuciones de los que se mantienen (a partir de entonces, únicamente cobrarán los 13.000 euros anuales en concepto de indemnizaciones por asistir a plenos o comisiones), no ha contado con el consenso de todas las fuerzas políticas. Para la portavoz socialista Soraya Rodríguez, se trataba de “un intento fraudulento de utilizar la reforma de una norma fundamental para modificar la ley electoral”; y para el portavoz de IU, Cayo Lara, la reforma pretende además “consolidar un bipartidismo excluyente”.
 
  Mientras, el Gobierno de Cospedal justifica la reforma en la necesidad de llevar a cabo desde el ámbito político el mismo esfuerzo de austeridad que se les ha pedido a los ciudadanos. La polémica está, de nuevo, servida algo que no se entiende muy bien si esa reducción viene acompañada de un nuevo reparto justo y proporcional en función de los resultados que cada partido obtenga, asunto que tendrá que desarrollar una nueva ley electoral. Algo tan sencillo y comprensible para los ciudadanos, con un carácter más ejemplarizante que práctico, vuelve a encender los ánimos y pone de manifiesto la imposibilidad de entendimiento de las fuerzas políticas de nuestra región.