Mejor, otro gesto

31/12/2015 - 23:00 Francisco Morales

En estos momentos en que nos invade una ola cíclica de buenos deseos para todo el mundo es muy fácil sentir esa misma propensión del espíritu, aunque sólo sea por “simpatía”, hacia los más débiles, que suelen ser los más inocentes e indefensos. Estamos atravesando una circunstancia crucial para el futuro y es el tiempo ideal para preguntarnos –y que conste que yo no me quejo con amargura del presente- si contribuimos o no, adecuadamente, con nuestra actitud a promover el desarrollo de una vida equilibrada y humana. Es significativo que, justo en estas fechas, no se distinga bien entre lo que es necesario y lo que resulta superfluo, y acostumbramos a tirar a la basura aquello que puede ser vital para otros. Así pues, malgastamos los recursos esenciales de que disponemos, pero que, si bien se piensa, no son propiamente nuestros.
Esto no es un comportamiento racional ni sensato. Por otra parte, es también el momento oportuno para amplificar aquella pregunta e interrogar a los demás, especialmente si tienen responsabilidades de gobierno, si pretenden o no arreglar un poco el mundo, su país, su ciudad o, más modestamente, su pueblo o, por el contrario, buscan explotarlo en su propio provecho o beneficio. Si es así estarían malversando un caudal inmenso de bienes sin advertir que son meros administradores o representantes de los intereses de la mayoría, a veces silenciosa. Siguiendo este camino podremos llegar de lo más individual a lo más colectivo y de lo más local a lo más universal.
Casi todos sabemos que los más graves asuntos que afectan a la Humanidad tienen su base en problemas de carácter socioeconómico, y que si no se va a la raíz de ellos, nunca habrá una solución para corregir las mayores aberraciones que están sucediendo y atajar así los efectos nocivos que producen. Hay ejemplos concretos que no se dejan enumerar y que constituyen un muestrario progresivo de crueldad tanto en África, como en Asia o en América..., coacción, hambre, guerra, exilio... todo un dechado de indignidad.
Ahora bien, todos podemos, en cierta medida, ayudar con nuestra actuación y nuestros gestos a mejorar las condiciones mínimas existenciales de nuestros congéneres en el entorno en que nos movamos, en el bien entendido de que no podrá existir un desarrollo armónico ni sostenible, si andamos empeorando las citadas condiciones y equivocamos los objetivos que están a nuestro alcance. Hacer las cosas bien es aquí sinónimo de tener una conducta inteligente y egoísta.
Ahora mismo estamos inmersos en la conmemoración de un evento transcendente, que es el de la Navidad, un tiempo de contraste entre lo que pide el corazón y lo que vemos cada día a nuestro lado, pero también, un tiempo de excepción para marcarnos unos objetivos solidarios... para tomar una decisión activa y consecuente, y para adoptar, en fin, un cambio decisivo en nuestra relación con el otro, con la gente de buena voluntad. Si aspiramos a conseguir con hechos, no sólo con palabras, unos fines legítimos y humanos, entonces yo pongo mi granito de arena y les deseo FELICES PASCUAS!!. Un saludo cordial.