Mi pequeño homenaje
01/10/2010 - 09:45
Por:
Cartas al director
MONTSE SANZ CARPINTERO / Guadalajara
Este es mi pequeño y humilde homenaje a una persona especial.
Hablo del párroco don Jesús Santamaría, que hace muchos años, con el esfuerzo y ayuda de un barrio pobre, levantó la Iglesia del Santísimo Sacramento, y la llenó de riqueza de principios, de olor a hogar.
Porque sí, a pesar de la crisis eclesiástica, notable en todos y cada uno de los rincones de esta sociedad, don Jesús, ha sorteado los escollos con más o menos fortuna.
Hablo del párroco don Jesús Santamaría, que hace muchos años, con el esfuerzo y ayuda de un barrio pobre, levantó la Iglesia del Santísimo Sacramento, y la llenó de riqueza de principios, de olor a hogar.
Porque sí, a pesar de la crisis eclesiástica, notable en todos y cada uno de los rincones de esta sociedad, don Jesús, ha sorteado los escollos con más o menos fortuna.
Hizo de una Iglesia una gran familia, una familia que no ha dejado de colaborar devolviéndole el gran favor de su lucha por mantener la fe en un barrio difícil.
Siempre ha sido un sacerdote cercano, con los mayores y los niños, se ha acercado desinteresadamente al Centro de Minusválidos CAMF, para que a éstos tampoco les faltara su Eucaristía; ha luchado y colaborado junto con las ya trasladadas monjas de Betania en el albergue; ha seleccionado y repartido escrupulosamente con sus colaboradoras, las ayudas de Cáritas entre las familias más necesitadas de su barrio pobre; me consta que de manera anónima ha ayudado a mucha gente y, ha dejado huella en muchos lugares sin recursos.
Este año, don Jesús se retira merecidamente de esta larga trayectoria y, aunque sé que seguiría en su Iglesia de buena gana, sabe tan bien como los que están cerca de él, que merece tiempo para dedicar a sí mismo.
Tengo 24 años, de niña iba cada domingo a la Iglesia, salía al altar a responder las preguntas sobre la lectura, incluso alguna vez hice de monaguillo; don Jesús me dio la Comunión, me sacó de dudas cuando pasé por la etapa de la incredulidad durante mi adolescencia, ha perdonado mi dosificada presencia en la Eucaristía con el paso del tiempo, ha casado a mis hermanas y, ha sido compañero y confidente de mi madre durante muchos años de Catequesis.
Por todo esto, me siento en deuda con él, y con estas líneas que seguramente no le hagan justicia quiero hacer llegar a la gente, que todavía quedan altruistas, y don Jesús es uno de ellos.
A mí me queda su ejemplo, sus caramelos de café, sus calendarios, su revista de Gesto, los diminutivos con los que a pesar del tiempo me sigue llamando, su entrega con los más vulnerables, su decisión de anteponer su Querida Iglesia a su salud y sus fuerzas muchas veces debilitadas.
Quisiera decirle desde aquí, que nada hará que se olvide quién construyó la Iglesia del Santísimo Sacramento, quién luchó por ella y la llenó de fe; quisiera decirle, que nadie olvidará nunca que don Jesús Santamaría fue el párroco de la Iglesia del Santísimo Sacramento.
Por todo, muchas gracias.
Siempre ha sido un sacerdote cercano, con los mayores y los niños, se ha acercado desinteresadamente al Centro de Minusválidos CAMF, para que a éstos tampoco les faltara su Eucaristía; ha luchado y colaborado junto con las ya trasladadas monjas de Betania en el albergue; ha seleccionado y repartido escrupulosamente con sus colaboradoras, las ayudas de Cáritas entre las familias más necesitadas de su barrio pobre; me consta que de manera anónima ha ayudado a mucha gente y, ha dejado huella en muchos lugares sin recursos.
Este año, don Jesús se retira merecidamente de esta larga trayectoria y, aunque sé que seguiría en su Iglesia de buena gana, sabe tan bien como los que están cerca de él, que merece tiempo para dedicar a sí mismo.
Tengo 24 años, de niña iba cada domingo a la Iglesia, salía al altar a responder las preguntas sobre la lectura, incluso alguna vez hice de monaguillo; don Jesús me dio la Comunión, me sacó de dudas cuando pasé por la etapa de la incredulidad durante mi adolescencia, ha perdonado mi dosificada presencia en la Eucaristía con el paso del tiempo, ha casado a mis hermanas y, ha sido compañero y confidente de mi madre durante muchos años de Catequesis.
Por todo esto, me siento en deuda con él, y con estas líneas que seguramente no le hagan justicia quiero hacer llegar a la gente, que todavía quedan altruistas, y don Jesús es uno de ellos.
A mí me queda su ejemplo, sus caramelos de café, sus calendarios, su revista de Gesto, los diminutivos con los que a pesar del tiempo me sigue llamando, su entrega con los más vulnerables, su decisión de anteponer su Querida Iglesia a su salud y sus fuerzas muchas veces debilitadas.
Quisiera decirle desde aquí, que nada hará que se olvide quién construyó la Iglesia del Santísimo Sacramento, quién luchó por ella y la llenó de fe; quisiera decirle, que nadie olvidará nunca que don Jesús Santamaría fue el párroco de la Iglesia del Santísimo Sacramento.
Por todo, muchas gracias.