Miedo a la recesión económica
Cuando uno lee las noticias en los periódicos piensa que lo mejor es irse a vivir a un pueblo y subsistir como antiguamente, a base de los productos de la huerta, ya que el autoconsumo sería lo único que no estaría sometido a las consecuencias dramáticas que el mercado internacional y sus especuladores están teniendo sobre las economías familiares. Porque, digo yo, esa es la única forma de evitar que estas decisiones no recaigan sobre nuestros bolsillos. Yo enseñaría a mis chicos a leer y haría uso de la medicina natural para curarlos. Irónicamente, es la única forma de salvarse a los recortes que se avecinan. El primero de ellos, indudablemente, llegará a la Sanidad, gobierne quien gobierne. El abuso de los medicamentos, combatido a través de la prescripción por unidades y no por envases será el primero de ellos, el más inteligente, por cierto, y el menos doloroso. Luego llegará el pago por acudir a las urgencias médicas sin causa justificada. Si con eso no es suficiente, no sería descartable el pago por acudir a la consulta del médico de cabecera.
En el ámbito educativo asistiremos, estimo, al recorte drástico de todo tipo de becas, tanto de transporte escolar, como de comedor, o de libros. Habrá que prescindir del subsidio para desempleados de larga duración o tendremos que pagar el doble por el IVA en determinados productos, como ya se ha aprobado en Portugal o, quien sabe, por los productos básicos. El IRPF estimo que no se quedará al margen y se incrementarán los tipos impositivos, esperando que este incremento afecte en mayor medida a quien más tiene. En el ámbito municipal, con toda seguridad los ayuntamientos tirarán de un incremento sustancial, aún más, del catastro. Y así sucesivamente. Porque nadie puede, a día de hoy, prometer que no va a subir los impuestos y reducir las prestaciones sociales, ya que el Estado y las diferentes administraciones están haciendo uso de un dinero que no tienen y que cada vez es más caro adquirir en los mercados extranjeros. .
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