Molina, 24 horas de soledad
Hoy, como todos los días, me he levantado. Hoy como siempre he desayunado. Hoy como muchas veces he pensado-donde voy- salgo a la calle, un frió helador azota mi cara, me da los buenos días, como siempre. Pero eso es lo de menos, ese frió atmosférico no importa, no me preocupa. Lo que de verdad me entristece es el mirar. Miro y no veo. Recorro con mis ojos el campo, las casas, las personas y no veo mas que soledad recorro el camino hasta mi trabajo, sin ilusión, sin esperanza, pensando -otro día mas- cruzo mi mirada con otra persona en mi misma situación, un simple saludo de cabeza, y como siempre la soledad.
Al andar voy recordando cosas pasadas, y pienso que le esta pasando a mi pueblo. Un pueblo en el olvido, una ciudad que va mermando las ilusiones de las personas que llevamos pasando muchos inviernos de soledad. Intentando mantener con todas nuestras fuerzas un pueblo que poco a poco se nos hunde.
Pero eso parece que no importa, uf que frió hace en Molina, típico comentario, pero aguantamos, porque es nuestra vida, nuestro pueblo. La primera piedra del parador se ha perdido, los autobuses ya no saben donde parar. Las calles quedan desiertas, las casas sin habitar, y el pueblo se va muriendo, y yo no puedo soñar. Es el día una rutina, es la noche una agonía, la juventud se nos marcha, y los que quedamos, perdemos las esperanzas. Que este pueblo se nos hunde, que se muere poco a poco, que el turismo no es bastante, y en cambio los de este pueblo, estamos aquí constantes. De momento solo nos queda la soledad.