Motivos de sobra para ir a Valverde
Mantener viva la cultura de nuestros antepasados y recuperar las raíces de Guadalajara se ha convertido en el objetivo de muchos municipios de la provincia que han visto como con el tiempo se han ido quedando en el olvido tradiciones que ahora se convierten en el perfecto reclamo turístico que puede convertirse en un importante apoyo para las economías locales. Valverde de los Arroyos es casi una excepción. En este pequeño municipio se conserva un número importante de danzas, lo que viene a suponer una excepcional muestra del folclore popular. Diez días después de Corpus Christi, siempre en domingo, los habitantes de Valverde de los Arroyos, de poco más de 80 vecinos, celebran su más preciada fiesta: la Octava del Corpus, más conocida por los forasteros como la Fiesta de los Danzantes, declarada de Interés Turístico Regional el 18 de febrero de 1986. Ayer era el día, y a pesar del intenso calor y de lo tardía de la fecha, por las cosas del calendario, no faltaron los turistas ávidos de la espectacularidad de esta festividad. El rito, inmejorable ejemplo de costumbres seculares, se fecha como anterior al cristianismo y se interpreta tanto como acción de gracias como de petición de fecundidad para los campos y las bestias. Las danzas, como es habitual, fueron ayer todo un espectáculo aderezado con la música de un acompañante, una especie de gaitero, ataviado con chaqueta y pantalón oscuro, camisa blanca y una gruesa correa que sostiene un tambor que hace sonar con la mano derecha. Y en la mano izquierda, un peculiar instrumento, a medio camino entre la flauta y la gaita, hecho con el cañón de una antigua escopeta. Esta fiesta, con una tradición de 400 años, sólo ha dejado de representarse durante épocas de guerra. Sin duda se trata de una buena excusa para acercarse a conocer no solo el folclore de Valverde, sino sus paisajes y su aspecto serrano peculiar.