Mujeres

13/04/2011 - 00:00 José Palacio

Parece que con la crisis el machismo crece. Sin embargo, desde mi punto de vista, nunca ha dejado de estar presente. Es una enfermedad que oprime a las mujeres principalmente, que las encorseta en un modo de vida, de deseos, de creencias y sobretodo de apariencias que están al servicio del hombre. Son los hombres, con la inestimable ayuda de algunas mujeres a su servicio, los que imponen una estética determinada, piedra en el camino que frena a las estrategias feministas y que han creado un ideal de belleza para las mujeres que en realidad, ni existe ni garantiza el éxito.

   El mito de la belleza es una forma más de control desarrollada en la sociedad machista que hemos creado. Naomi Wolf, escribió un libro con ese nombre que enseña los intereses ocultos en mantener un ideal de belleza alejado de la realidad social. Tengo la fortuna de trabajar con numerosas mujeres, algunas feministas, otras no; a las que hay que recordar diariamente que son importantes por sí mismas, por sus experiencias y capacidades, independientemente del peso en grasa, arrugas o años. Son compañeras, que viven sus cuerpos con insatisfacción, con reproches sin darse cuenta que tanta sacarina y tanto producto light les impide ver la violencia que el modelo de belleza impuesto y todos los intereses que la respaldan, ejecutan sobre sus vidas y luchas. Incluso a mi pareja le cuesta comprender que el conjunto de su vida, de sus ideas, de sus miedos y alegrías, tiene un valor multiplicado para mí superior a sus arrugas, que son nuestras; a sus formas que me gusta besar y que sus años que son parte de mi propia historia.

  En Santillana del Mar hay un pequeño museo de la tortura y la inquisición. Una de sus piezas se denomina “doncella de hierro” que consiste en un ataúd con forma de cuerpo humano y el rostro pintado de una mujer joven y sonriente. En dicho ataúd se encerraba a la víctima hasta que moría por inanición. La versión moderna, la dieta, en la cual caen algunas mujeres, tienen la misma rigidez y crueldad. wEs curioso, pero por medio de la Memoria Histórica , he comprobado que dieta, delgadez y logros sufragistas tienen la misma fecha de nacimiento. Durante la primera mitad del siglo XX, las mujeres pudieron disfrutar de redondeces porque sus mentes, sus ideas y su formación estaban encerradas en casa. Pero cuando se derriba la puerta de la jaula de oro que puede ser el hogar para entrar en la vida social y laboral, o sea cuando se entra en el espacio público compartidos con los hombres, otra cárcel se diseña mucho más eficaz por lo invisible que resulta: el control del cuerpo.

   En el citado libro de Naomi Wolf, se demuestra que […] la restricción prolongada y periódica de calorías da origen a un tipo de personalidad cuyos rasgos son la pasividad, la ansiedad y la emotividad exagerada […] El talón de Aquiles de nuestra sociedad se llama machismo o sociedad patriarcal y son sus mandatos y su falsedad los que provocan que algunas mujeres sientan la necesidad de encajar en la Doncella de Hierro, que por otra parte no resulta atractiva a nadie excepto a un sistema misógino e injusto que se vale de ella como mordaza política, intelectual y social. Este escrito es un intento de animar estas mujeres a las que me he referido, empresarias, políticas, ecologistas, limpiadoras y gobernantas, que me rodean, que me forman y a las que utilizo para recordarme que me son necesarias en mi vida tal y como son. En fin: RESISTENCIA .