Ninguna crisis justifica la muerte de un sólo niño evitable

30/11/2012 - 00:00 Juan Pérez

 
 
 
   En estos días se celebra el Día Universal del Niño, que conmemora la firma de la Convención sobre los Derechos del Niño, el 20 de noviembre de 1989. Es una fecha de celebración de los pasos de gigante que desde entonces se han dado para que millones de niños tengan acceso a derechos fundamentales para su supervivencia, su desarrollo y su protección.
 
  La mortalidad infantil, que refleja las muertes de niños menores de cinco años por causas evitables, se ha reducido en un 41% en solo dos décadas; hemos alcanzado la meta de acceso al agua de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, estamos a un paso de erradicar la polio… UNICEF y todos celebramos estos logros, principalmente por lo que supone cada una de las vidas salvadas, pero, también, porque demuestran algo mucho más profundo: que es posible disminuir radicalmente la mortalidad infantil con intervenciones simples y asequibles. En tiempos de crisis, también se puede avanzar.
 
   Debe ser una alegría compartida, porque todos y cada uno de nosotros tenemos algo que ver en esto. Sea a través de acciones puntuales y aportaciones privadas o sea a través de la Cooperación con mayúsculas de nuestro país. Cooperar para contribuir al esfuerzo de todas aquellas poblaciones que afrontan las consecuencias de la desigualdad tiene resultados reales, salva vidas, garantiza derechos. Y es una lucha que no podemos abandonar, ninguna crisis justifica la muerte de un solo niño por causas evitables. Los niños no son responsables de no tener, ni en su casa, ni en su entorno, la más mínima opción de salir adelante.
 
  El trabajo en desarrollo en general y el que se hace a través de la cooperación internacional, podrá tener luces y sombras, como casi todo en la vida, pero ha sido crucial para conseguir enormes avances. España, las personas, las administraciones públicas, y todo tipo de entidades privadas, han venido asumiendo la responsabilidad en este esfuerzo. Su contribución generosa y comprometida ha dejado patente el espíritu solidario de nuestro país, la identificación con la causa de la infancia y la confianza en la Cooperación como cauce válido para expresar la solidaridad.
 
   En el aniversario de la Convención sobre los Derechos del Niño, todavía queda un largo camino por recorrer, y en todos los ámbitos, pero es el derecho a la supervivencia y desarrollo el que plantea una necesidad más urgente de sumar apoyos, porque se trata de conseguir que millones de niños puedan seguir viviendo. Cada día mueren 19.000 niños por causas que podemos evitar, como un sarampión, la malaria, la neumonía –primera causa de mortalidad infantil- o enfermedades diarreicas.
 
  Detrás de estas muertes se esconde, como profundo origen, la pobreza en la que viven millones de familias. Son niños que no sobreviven porque no tienen agua potable, o si la tienen, no saben que lavándose las manos pueden evitar contraer enfermedades mortales. No sobreviven porque no tienen medicinas, o profesionales sanitarios que les atiendan, o educadores que les formen en hábitos que pueden salvar sus vidas, o una vacuna, una mosquitera, una ley que les proteja de abusos que pueden perjudicar su salud…es un largo etcétera en el que se incluye la nutrición. Es objetivo de UNICEF seguir trabajando de forma integral en todas las áreas que intervienen en la supervivencia y el desarrollo infantil para que, algún día, ningún niño muera por causas que son evitables. Hay soluciones, se están aplicando, demuestran resultados en vidas salvadas y en niños que tienen una oportunidad.
 
  Y no debemos olvidar que con el progreso de la infancia, avanzan comunidades enteras y países. Si los niños crecen con capacidad para desarrollar sus aptitudes, se convertirán en adultos capaces de apostar por el desarrollo de sus aldeas, ciudades y países. Ninguna crisis puede justificar dar la espalda a esta realidad, máxime cuando tenemos la oportunidad histórica de lograr que ni un niño más muera por causas que podemos impedir. Sabemos cómo hacerlo , que la inversión es mínima y que los logros son espectaculares.