No hay recetas mágicas para las vocaciones

16/05/2012 - 18:26 Redacción

Ante una situación de sequía vocacional extendida por todo occidente, la constatación común es que cualquier añoranza del pasado es estéril. La propuesta es la de una nueva espiritualidad vocacional que impregne todo el trabajo de la comunidad y formular propuestas más explícitas, pero no es nada sencillo. Así lo expresaba el arzobispo de Sevilla, Juan José Asenjo Pelegrina, esta mañana en una jornada celebrada en el Centro de Cultura Teológica sobre Pastoral Vocacional. Asenjo fue claro y expresó abiertamente su profunda preocupación por la disminución de las vocaciones en la actualidad. Y es que surge un importante interrogante: ¿puede una comunidad cristiana mantener su vitalidad espiritual y apostólica sin un aprecio real de la vocación consagrada? En nuestras comunidades cristianas, muy pocos parecen plantearse la vocación religiosa y sacerdotal como horizonte vital posible. Hay movimientos, monasterios, órdenes religiosas, seminarios... que, dada la tendencia generalizada, parecen eludir la carencia vocacional con sorprendente holgura. Por otro lado, tenemos muchos de los seminarios diocesanos y la mayoría de las formas tradicionales de la vida religiosa, tanto activa como contemplativa, que basculan entre la lenta y simple disolución y una supervivencia a menudo renqueante e incierta, aliviada ocasionalmente por vocaciones venidas de otras latitudes. La secularización progresiva de la sociedad, el descenso de la natalidad y el deterioro creciente de la convivencia familiar están influyendo de forma muy negativa. Como bien ha dicho en alguna ocasión Atilano Rodríguez, obispo de la Diócesis “si no existen familias cristianas que provoquen en sus hijos el encuentro con Jesucristo y si no propiciamos en la catequesis y en las restantes actividades pastorales momentos de encuentro con Dios será muy difícil que surjan buenos cristianos y, consecuentemente, vocaciones a la vida sacerdotal y religiosa”. No hay recetas mágicas, pero sí mucho por hacer dentro de la Iglesia para incentivar en los jóvenes ese espíritu cristiano.