Noviembre de 2009

22/11/2010 - 00:00 Francisco Javier Montoya

Éramos una familia como cualquier otra con sus problemas, sus diarios y duros quehaceres, cuando llego aquel fatídico día 26 de noviembre. Estábamos tan contentos, nos concedieron un préstamo para solventar los problemas de la empresa, la firma estaba cerca, gracias a Alejandro, cuando sucedió el fatídico asesinato, cruel donde los haya, tanto por el hecho horrible, como por la situación de una persona inofensiva, la cual seguro no se pudo defender. Eran las 22:30 horas de la noche, llaman al móvil. Era Rafa, el albañi, para decirnos que se había caído mi hermano y que no se podía levantar, Yo como padezco estres, y ansiedad, preferí que fuera mi ex mujer Marga a mi casa. El tiempo pasaba y pasaba, conmigo estaba Paco Pineda, el mejor amigo, incondicional donde los haya. Fuimos a casa y lo demás ya se lo pueden imaginar ustedes. Después vino el calvario, la pasión, la crucifixión de nuestra familia que ya lo conocen. Desde el ajuste de cuentas hasta los mas perversos comentarios inimaginables de mentes dañinas para la salud. Antonio, la herida no se cierra. Estamos pasándolo realmente mal,pero es lo que nos ha tocado vivir. Lo tenemos que aceptar. No hay otra. Mondéjar se está portando muy bien con nosotros. Están preocupados, la mayoría. Agradecemos su comportamiento, su amabilidad, su cortesía y su saber estar. Gracias. En cuanto a lo demás ya sabes, del árbol caído ... Antonio te queremos cada día más si cabe.