Nuevos elementos de la democracia
En el cambio y la sucesión de valores en nuestra sociedad, emergen nuevos elementos del concepto de democracia. Términos como libertad, pluralismo, participación, voluntad general, representación, quedan ya obsoletos. Frente a ellos, creo que el elemento más definitorio e identificativo de la democracia hoy es la confianza. Para que podamos incluir la confianza como elemento formal de la democracia tienen que cumplirse una serie de condiciones tanto en los gobernantes como en los ciudadanos. ¿Qué significa la confianza en nuestra sociedad de hoy? Ella se necesita para todo, para la política, para la economía, para la empresa, para la justicia, para la religión, para la información. Todo eso significa que la noción de democracia está relacionada con otros ámbitos del saber y de la sociedad y no es una experiencia aislada en los hombres. La construcción de la libertad, de la igualdad, de la expresión, de la colaboración, de la participación tiene que estar ligada a la construcción de la confianza de unos con otros. Cultura de la confianza. La integración social es el fin de cualquier proyecto de gobierno y de democracia representativa. La política no lo es todo aunque muchos se empeñen en que todo sea política. Hablamos de confianza en régimen de reciprocidad, es decir, de los gobernantes en los ciudadanos y de éstos en las personas y en las instituciones de gobierno. Pero dicha confianza no es un proceso automático sino que debe ser ganada y merecida todos los días y en cada uno de los actos o conductas por ambas partes. Muchos comportamientos tienen, como primer efecto moral e inmediato, la pérdida de dicha confianza en la democracia. Ya es bien sabido que elegir y participar significa confiar nuestra vida y prosperidad en unas personas. El recelo y la frustración acompañan a nuestras esperanzas. La democracia parlamentaria tiene que servir para superar esta crisis de desconfianza entre las élites políticas de los partidos y los ciudadanos. En la resolución de problemas es donde más se afianza dicho sentimiento y reciprocidad. Por otra parte, las protestas de los ciudadanos en democracia, lo que primero reflejan es, igualmente, la falta de credibilidad y solvencia en personas y en instituciones. En ellas siempre existe un componente egoísta e interesado. Dichas protestas no expresan o responden a un sentimiento puro, a una democracia gratuita, sacrificada o de inmolación. Ya hemos alertado otras veces del peligro que supone la conducta irresponsable en política, es decir, la transferencia muy fácil de la contaminación de las personas a las instituciones. Son necesarios nuevos niveles de confianza pues los existentes hasta hoy no son suficientes para fortalecer nuestras instituciones y hacerlas más atractivas a los ojos de los ciudadanos.