Pajín, sin honra y sin curriculum
La pasada semana el alcalde de Valladolid estuvo excesivo en el final de sus declaraciones sobre la estética de Leire Pajín. No fue acertado, entre otras cosas, porque si para dedicarse a la política uno o una tuviera que ser, como vulgarmente se dice, un pivón, sólo se dedicarían a la cosa pública cuatro jovencitos de buen ver. Pero en lo que sí dio en el clavo el edil fue al decir que la nueva macroministra no está nada preparada. Y es que, por lo visto no lo debe de estar, pues poca o nula carrera profesional, al margen de la política conocemos de la señora Pajín. Desde luego, para ser ministro hace falta algo más que ser un escudero fiel en tu partido político, pues el ministro toma decisiones, gestiona fondos públicos y marca el futuro del país. Así que, lo quiera o no Zapatero, el ministro debe gestionar de una manera eficaz, y para esto es imprescindible cierta preparación profesional. Lo malo es que cuando el que hace cabeza es incapaz, suele buscar a inútiles en su equipo para que no se note su nulidad, en lugar de rodearse de personas eficaces que compensen su falta de preparación. Y en la política española suele ser común que si eres un inútil busques incapaces, y si eres una persona muy capaz, te rodeas de gente muy formada que refuerce tu equipo. Por esto yo soy partidario de que se impusiera una norma según la cual quien entrara en política -evidentemente con cierto grado de responsabilidad- estuviera obligado a tener una profesión que haya ejercido durante un tiempo y a la que pueda volver una ver que haya cesado de su cargo. Y así, evitaríamos profesionales que no conciben la política como una vocación de servicio a la sociedad sino como una forma de encontrar un trabajo que no han conseguido en la sociedad civil. Pues si el acceso a los cargos de responsabilidad no se rige por los criterios de mérito y capacidad ¿con qué rasero trabajarán estos ministros de dedo?, ¿con el mismo que a ellos les dio la cartera ministerial? Quizás por eso se dan situaciones como la actual, en la que la Ministra no sólo no tiene ningún mérito académico o profesional, sino que la Secretaria de Estado del ramo, todo lo que ha hecho en su vida ha sido gestionar y promocionar el flamenco en Andalucía. ¡Algo dificilísimo!, ya nos imaginamos. Así que pasará por la historia de España con el dudoso honor de haber convertido el aborto en un derecho. Y es que el sueldo que entre todos les pagamos a los políticos debe responder a un trabajo que sea rentable, como se hace con el resto de los mortales, a quienes se nos dice: O vales o te vas a la calle. Pero en el caso de la política parece que es distinto, y mucho más según de qué partido político se trate. Pues, mientras el Presidente del Gobierno, tiene un currículum que se lee en una línea; fue abogado, no se sabe dónde, pero debió de ejercer en algún lugar. El líder de la oposición, Mariano Rajoy es Registrador de la Propiedad. Y según Pepiño tiene pluma, porque para el PSOE todo vale, y justifica hasta la vileza de pretender confundir la condición sexual del líder de la oposición -porque le está ganando la batalla- y sabe que con un juego limpio probablemente se irá a su casa, él y todo su gobierno. El ministro de Fomento se ofende mucho porque se le haya criticado la fealdad y la falta de formación de una ministra, pero a él no le duelen prendas en calumniar al presidente del Partido popular. Prueba evidente de que Pepiño, además de saber morder y ladrar cualidades nada propias de la condición humana, por cierto- pocos más méritos ostenta. Frente a él, Mª Dolores de Cospedal, la segunda del PP, es Abogada del Estado. Y esta Abogada del Estado se batirá el cobre con un Barreda que es profesor de Universidad, según dicen, con una oposición aprobada en una Universidad dependiente del Gobierno del que él era, en ese momento Consejero de Educación. Algo, cuando menos, poco común. Y en el ámbito local, me parece estupendo que el alcalde de Guadalajara, médico de profesión, pase una consulta unas horas a la semana, pues esto es garantía de que para Antonio Román la política es efímera y en un futuro volverá a la medicina sin ningún trauma. Así que, las diferencias son notables y, se quiera o no, el haber gestionado previamente a la entrada en política es garantía de saber hacer y quien diga lo contrario miente, por pura conveniencia. Los ciudadanos estamos cansados de políticos profesionales a los que se les premian fidelidades personales y políticas, en lugar de velar por el interés público y por el bienestar de nuestro país. .? .