Papeleta catalana

25/09/2015 - 23:00 Pedro Villaverde Embid

La Unión Europea, la banca, el mundo de la empresa, el deporte y la cultura opinan estos días sobre las elecciones que tendrán lugar el domingo en Cataluña y sobre las consecuencias de una hipotética independencia de esta parte del territorio nacional. En el Congreso de los Diputados se intensificó la actividad la pasada semana para permitir la concentración de esfuerzos de los líderes de todas las formaciones en los últimos días de la campaña electoral de una contienda que va mucho más allá de unas simples autonómicas y que aun no siendo termómetro de lo que pueda suceder en las nacionales, sí que condicionará y mucho la política nacional y hasta la convivencia entre las distintas partes de España. El demérito de toda esta situación la tiene la astuta huida hacia delante de un político amortizado que ha logrado tapar su pésima gestión de la crisis económica y la corrupción en sus filas para solo hablar del único tema que puede salvar su pellejo. Complejidad es la palabra que mejor define el espectro que hasta con siete formaciones distintas y otros tantos mensajes dispares vive Cataluña estos últimos tiempos desde la ruptura de la histórica coalición entre Convergencia y Unión Democrática y la antinatural alianza de los primeros con ERC, partido de la extrema izquierda que además está representada en esta cita por otras dos formaciones, la versión catalana de Podemos, caracterizada por la ambigüedad y los rupturistas republicanos de la CUP. Algunas fuentes hablan incluso de un acuerdo entre todas ellas para investir a un presidente distinto a ArturMas y que sería igual o más lesivo aun para una región en la que división y la confrontación es extrema, preocupante y peligrosa. Cuatro formaciones, Ciudadanos, PP, PSOE y la citada Unión Democrática, de Durán y Lleida, ponen sentido común en el escenario, pero se dividen el voto por no haberles interesado formar un frente que esperemos se concrete después en pactos que eviten la locura de una autonomía en manos del radicalismo. El resultado es imprevisible, pese a los sondeos que dan una idea. Menos vaticinio somos capaces de hacer sobre las reacciones posteriores de unos y otros en un mapa enrevesado que todavía se lía más por las proximidad de las elecciones generales que también incorporarán nuevas fuerzas políticas al Congreso de los Diputados. Se avecinas tiempos difíciles, revueltos. Una declaración unilateral y por tanto inconstitucional de la independencia llevaría a una situación límite. Vivir para ver y por supuesto desear lo mejor para el conjunto de España.