Parábola de los productos tóxicos
Ahora se pone en cuestión el modelo social español y europeo por un nuevo capitalismo financiero global. La coartada es la lucha contra el déficit (público). Pero el déficit no es la causa de la crisis, sino que la crisis es la causa del déficit. Grandes entidades financieras de EEUU estuvieron inundando la economía mundial con productos financieros tóxicos durante años.
Paquetes que llevaban dentro hipotecas basura, envueltas con otros productos más sólidos, certificados por las agencias calificadoras y las auditoras con las mejores notas. Algunas entidades y sus ejecutivos obtuvieron enormes ganancias. Hasta que la burbuja explotó, provocando una crisis que ha destruido 80 millones de empleos en el mundo, y amenaza la sanidad pública y las políticas sociales. Es difícil explicar lo que ha ocurrido. Por eso quizá convenga recurrir a una parábola. Un grupo de sociedades anónimas decidió contaminar la red de agua potable de las ciudades europeas con un producto que daba mal sabor al agua.
Este producto había sido analizado por unos laboratorios de calificación, y dijeron que era bueno. Al mismo tiempo, las mismas sociedades contaminantes, pusieron a la venta un producto que mejoraba el sabor del agua. Con la venta de ese producto, ganaron cantidades ingentes de dinero. Al cabo de los meses, empezaron a aparecer casos de personas con gastroenteritis hemorrágica, porque el producto que daba mal sabor al agua era tóxico.
Algunas personas se pusieron muy enfermas. Los enfermos iban a los centros de salud y a los hospitales, y recibían atención y medicinas para curar la gastroenteritis. Al cabo de unos meses los pacientes fueron miles, y acudían a los centros sanitarios cada vez más. Los inspectores de salud pública llegaron a la conclusión de que el producto tóxico citado era la causa de la enfermedad, y la policía descubrió a las empresas que estaban intoxicando la red de agua potable y los mecanismos que utilizaban.
Lo comunicaron a las autoridades competentes. Como seguían llegando muchos pacientes, los costes sanitarios aumentaron. Las autoridades recomendaron a las entidades que estaban intoxicando el agua que no lo hicieran, y comenzaron a estudiar medidas para evitarlo. Desde el inicio de la crisis han pasado cinco años, y las sociedades contaminantes siguen vertiendo el producto tóxico a la red y siguen ganando mucho dinero. Los laboratorios de calificación han elaborado un informe detallado, en el que demuestran que los centros sanitarios públicos gastan demasiado y tienen que recortar.
En todo caso, recomiendan que el que quiera atención médica se la pague de su bolsillo. Las autoridades están de acuerdo: hay que sancionar a los centros sanitarios y a los pacientes que utilicen los servicios en exceso, para evitar el riesgo de colapso. Mientras tanto, seguirán estudiando las medidas para evitar los vertidos tóxicos. Es difícil explicar lo que ha ocurrido.