Por la continuidad de Muface
El día después de la huelga del 29-S, se mantenía un cuadro de crisis que entra ya en la recta final de 2010 sin atisbo de una inflexión definitiva que ponga a España en la senda de la recuperación real de su economía. La huelga fue inútil en todos sus propósitos, incluso el de despacharla como un trámite indoloro para el Gobierno, porque la opinión pública ha diagnosticado que detrás de la convocatoria había tongo entre el Ejecutivo y las organizaciones sindicales. El amistoso encuentro del día después de De la Vega y Méndez, en una emisora de radio amiga a menos de doce horas de que acabara la jornada de paro, es la fotografía de esta mascarada perpetrada por el Gobierno y los sindicatos el 29-S. De esa huelga, de estos sindicatos y de este Gobierno no se vislumbra una aportación para dar empleo a los millones que lo buscan, ni para mejorar la confianza de los ciudadanos y de los empresarios ni para sentar las bases de una política económica fiable a medio plazo. Desde luego, no servirán a este fin unos presupuestos generales para 2011, entregados por la ministra de Economía al presidente del Congreso, con apoyos no bien explicados, construidos sobre unas previsiones económicas otra vez contaminadas de optimismo. Unas cuentas para entrar con pocas esperanzas en el cuarto año de la crisis. Cuentas para las que se ha buscado apoyos con el único propósito de que permitan mantenerse en el Gobierno en espera de tiempos mejores, que si seguimos así, no vendrán.