Primer test
Acertó y de lleno Susana Díaz con el adelanto electoral en la comunidad autónoma donde siempre gobernaron los socialistas. Los resultados de la primera contienda de este intenso año han generado todo tipo de reacciones y valoraciones, la mayoría con el tamiz de la subjetividad. Nuestro análisis tampoco deja de ser un punto de vista. En primer lugar es de resaltar el claro triunfo de los socialistas que revalidan votación tras votación su poder de mando. Ni los escándalos de corrupción en su autonomía, ni su falta de entendimiento con sus socios de gobierno, ni la aparición de nuevas alternativas de izquierda han impedido su destacada victoria. Son los primeros con mucha distancia y merecen gobernar en solitario aunque tengan que pactar puntualmente. Sin embargo hay que hacer constar que sus resultados apenas han igualado los de 2012, los peores de su historia. No están hoy mejor que entonces, pero el empate les sabe a gloria según está el patio. La comparación, en cambio, para el PP resulta demoledora. Sin embargo es de apreciar que los 50 diputados de las anteriores votaciones al partido de Javier Arenas en pleno cabreo generalizado con Zapatero era una cifra irreal, inflada y alejada de lo que es su historia en la autonomía. Aquello fue lo impropio, esto se acerca más a lo normal. Pero lo más importante y lo que más expectación había levantado era saber hasta dónde llegarían los partidos emergentes que salían de cero y ciertamente han irrumpido. Podemos, destrozando a Izquierda Unida, y Ciudadanos quitando votos a los populares, pero tampoco en exceso. 24 diputados frente a 80 del llamado bipartidismo. Por último hay que fijarse en la participación, apenas un tres por ciento más que la última vez. Es decir, que mucho más ruido no ha llevado a la movilización social. No se puede hablar de cambio. El nuevo parlamento necesitará de pactos puntuales y las sesiones ganarán en interés, pero todo, en Andalucía, seguirá casi igual. Los resultados tampoco son extrapolables al parlamento nacional porque son demasiadas las diferencias. Solo parece claro que algunos bajarán, otros entrarán en las cámaras y que no habrá mayorías absolutas. Serán necesarios también pactos, pero puede que ni siquiera de gobierno. En todo caso, interesante primer test.