Pugilato sin K.O.

01/10/2010 - 09:45 Hemeroteca

TRIBUNA
CHARO ZARZALEJOS PERIODISTA
Es tradición inveterada eso de poner nota después de un debate importante. En esta ocasión, en el debate del estado de la Nación ha ocurrido lo mismo. Sin embargo, a la hora de las puntuaciones ha sido más difícil que en otras ocasiones. Ninguno de los dos, ni Zapatero ni Rajoy, quedaron KO. Tuvieron arañazos, algún que otro moratón, pero ninguna lesión importante.
En todo caso, se confirmó lo ya sabido y es que el Presidente es amigo del alambre. Tanto le gusta que en las vísperas saca su mejor cara de izquierdas y cuando llega el momento juega al despiste.

Esto, que no deja de ser una habilidad importante para todo aquel que quiera dedicarse a la política, resulta también inquietante en la medida que puede instalarse la duda de que personaje es el verdadero. ¿Se puede filtrar --quien haya sido-- que se va a ampliar el plazo de subsidio a tres años y llegar al debate y no decirlo o, por lo menos, mencionarlo como hipótesis de trabajo? ¿O sólo ha sido un globo sonda? La idea, de momento presunta, es de extraordinaria importancia, pero ni apareció en el Congreso. Pero el debate ha acabado. Se apagaron las luces del espectáculo y los artistas se ha ido al camerino. Cada uno al suyo. Dicen quienes pertenecen al mundo del espectáculo que es allí, en el camerino, mientras se quitan los ropajes de la función, cuando asalta en muchos casos un profundo sentimiento de soledad. El silencio de esa intimidad, sin ropajes ni luces, devuelve al actor a sí mismo. Algo de esto debe ocurrir después de un debate de envergadura. Rajoy, en su camerino de Oposición, ve en el espejo la soledad de Zapatero; pero en el silencio sabe que para llegar a Moncloa no basta con la soledad y que lo que importa son las compañías que logre conquistar. Este es su reto. Ganar o no un debate, en el fondo, no es más que unas cuantas portadas de periódicos. Rajoy tiene mucho trabajo por delante para ganar las elecciones, puede pensar Zapatero, buscando así una rendija por la que tomar aire. “Ha salido vivo”, afirman muchos. Lo dicen desde el PSOE con alivio y aquellos que no siendo del PSOE lanzan, en el fondo, una critica a Rajoy. Pero me pregunto que es eso de “salir vivo”. ¿En que consiste el no salir vivo?.

Si salir vivo consiste en no quedarse sin habla, efectivamente salió vivo, muy vivo. Pero ¿salió triunfante? Creo que no. No triunfó el Presidente en la medida que todos, absolutamente todos los grupos, mostraron su distancia y una profunda desafección. En su camerino de Moncloa tuvo que llegar Zapatero a la conclusión de que ya no cautivaba y ha sido precisamente esa capacidad de cautivar la mejor aliada que desde hace cinco años ha venido acompañando al Presidente y ahora todo indica que le ha dado plantón.

El que haya estado hábil, en ocasiones brillante, irónico y con cintura, ¿para qué le ha servido? Para que los suyos digan que a Rajoy “le ha dejado en evidencia”. ¿Y qué? ¿Qué trascendencia tiene eso para el estado de la Nación que él gobierna? Ahora Alonso es el que se tiene que subir al alambre para que el próximo martes salgan adelante las resoluciones socialistas y es probable que algunas salgan adelante y que incluso haya tal habilidad negociadora que lleguen a soslayar la imagen de soledad. Todo esto es posible y ¡ojala! se produzcan acuerdos, pero el problema de fondo es que a un año de legislatura el Gobierno que llena Vista Alegre está carente del necesario paraguas parlamentario para afrontar, sin agotarse, una legislatura excepcionalmente compleja. Ni los intencionados anuncios del libre acceso a menores y sin receta de la píldora del día después, ni la ampliación de la ley del aborto, ocultan o disminuyen esa realidad. Y así estamos, perdiendo el tiempo con eso de que la derecha jalea la crisis porque le gusta que haya parados; con eso de que Zapatero conocía la crisis y mintió. Así estamos, mientras desde Tenerife llega la noticia escalofríate de que su Ayuntamiento ha declarado el estado de emergencia ante la avalancha de ciudadanos que se han quedado sin nada. Sin nada de nada. Se dice pronto ¿verdad?