Rafa Hernando

20/12/2014 - 23:00 Pedro Villaverde Embid

El presidente del Gobierno ha designado a un guadalajareño como portavoz del Partido Popular en el Congreso de los Diputados. No es la primera vez que ocurre, ya lo hizo en su día el también popular José María Aznar con Luis de Grandes Pascual. En la práctica no supone nada para Guadalajara el tener en los puestos más altos a gente de la tierra porque suelen hacer poco o nada por su provincia, pero agrada el ver caras familiares o conocidas en el panorama nacional, al margen de las siglas políticas. También nos satisfará en un futuro próximo ver a Magdalena Valerio con alguna importante responsabilidad en el PSOE, sea donde sea, pues es conocida su afinidad y amistad con Pedro Sánchez. Pero, volviendo a Hernando, lo primero, al ver su rostro en los medios de comunicación, es acordarnos, por su parecido físico, a la figura de su padre, el querido cirujano y médico don Álvaro y recordarle especialmente en la clínica Sanz Vázquez, hasta muy mayor, pasando consulta o asistiendo en intervenciones quirúrgicas. Más de una vez compartí mesa con él en la cena de la asociación del cáncer, en los tiempos de Petri Arenas como presidenta, y me comentaba sus hazañas en los quirófanos y su vinculación a Cifuentes. Todo un personaje, de esos que no deberían morir. Nuestro cariño a don Álvaro y nuestra felicitación a su hijo, considerado por cierto del núcleo duro del partido- ‘El potro de Guadalajara’, se refieren a él en un digital sensacionalista-. Sea como sea, lleva mucho como diputado nacional por Almería, lugar al que fue destinado o desterrado desde Guadalajara en aquella época, años ochenta, en que salió una hornada de jóvenes con carisma y valía que prometían réditos electorales y que tras iniciarse en Nuevas Generaciones y como concejales del Ayuntamiento, fueron a listas electorales, pero por otros lugares, por aquello de las guerras de sable que de siempre han existido dentro de los partidos. Nos referimos a José Ignacio Echániz y el referido Rafael Hernando. De aquellos tiempos solo sabemos de oídas y por las hemerotecas, por lo que no queremos opinar más que citar el hecho objetivo de que marcharon, tal vez fuera porque se les quedaba pequeña la ciudad. Nuestro deseo, allá donde vaya un alcarreño es que se acuerde de su tierra y la promocione en lo que pueda. El nombre de Guadalajara queda engrandecido cuando uno de sus hijos se convierte en personaje mediático.