Reajustes políticos

17/12/2012 - 00:00 Jesús Fernández


 
  En nuestra sociedad contemporánea es necesario llevar a cabo muchos reajustes y adecuaciones. Haciendo uso de una comparación, así como se entienden fácilmente las adaptaciones y correcciones hechas en materia económica, igualmente hay que realizar reconversiones en temas políticos. Hay una inflación galopante en nuestros mecanismos políticos y una carrera desenfrenada hacia la ocupación de los centros de poder y de decisión que se han multiplicado sin necesidad. Muchos jóvenes ven en la dedicación a la política una oportunidad, una carrera, una salida a su proyecto profesional. Esto lo ha traído consigo la democracia entendida como participación lineal en igualdad de condiciones de todos los ciudadanos en la gestión de los asuntos públicos.
 
   La política no viene entendida como un servicio temporal, gratuito y pasajero a la actividad representativa de la comunidad. Una especie de voluntariado civil y cooperación interior Por el contrario, la intervención en política es vista por muchos como una colocación laboral o ejercicio cómodo y bien remunerado. Deberíamos luchar contra esta idea y reconsiderar la presencia de los partidos y de sus militantes en los puestos de elección y representación como una dedicación estrictamente ceñida a los tiempos y tareas encomendadas sin las percepciones tan elevadas que se producen actualmente. No se puede convertir un servicio en profesión antes al contrario, hay que servir desde la profesión a la comunidad política.
 
  Hace ya muchos años que en este país se realizó un reajuste pasando de un régimen aislante a elaborar una Constitución y emprender así un nuevo modelo de relaciones políticas que, con el tiempo, se ha pervertido, haciendo necesaria una renovación, una conversión, una corrección. Gran adecuación a la interpretación y explicación de la nueva realidad, dicen algunos. Sin embargo, el proyecto fundamental de la convivencia no puede estar todos los días en revisión, viviendo permanentemente en estado o sociedad constituyente. Más daño hace a la democracia la desconfianza generalizada de que la Constitución que tenemos no se cumple adecuadamente.
 
   Cumplamos la que tenemos antes de pensar en otra. Reajuste de las ideas. Hay mucho materialismo histórico, relativismo, marxismo, en la sociedad moderna. Muchos creen aún en la estrategia social generada por las fuerzas y los medios de producción, capital o mano de obra aunque ya no hay obra para tantas manos. La lucha de clases subyace y alienta demasiados ideales y comportamientos en la juventud, en los sindicatos, en los partidos, en la clase media. Se cree más en la realidad cíclica o sociedad mecánica que en el sentido creador y regenerador de las ideas y de los principios morales. La resignación ante la historia debilita la fuerza de las ideas y de la conciencia. Reajuste de las estrategias políticas.
 
  La llamada nueva izquierda que, para algunos, fue la gran esperanza de Europa en los años 60, no es nueva aunque sigue siendo izquierda marxista. Se ha fusionado con la socialdemocracia para crear un grupo de presión y alteración cuando están a disgusto sin el poder y a gusto contra el poder. La oposición entiende su labor como destrucción y no como análisis. La protesta violenta sigue estando en el ADN de la izquierda social europea. Por lo demás, la única constitución vigente es el diálogo de la razón comunitaria.