Reforma no, reformatorio
09/03/2012 - 00:00
En plena crisis económica que continúa azotando día tras día medio mundo, aquí en España nos presentan la solución salvadora, la reforma laboral. Esa reforma que va a acabar de un plumazo con los casi cinco millones de parados (o por lo menos así se nos vende), pero que a la vez en palabras del presidente del Gobierno provocará una que otra huelga. Una reforma que nos la pintan perfecta y necesaria, pero, ¿y la letra pequeña?
Esta reforma está basada en el flamante modelo Alemán, que ha conseguido crear millones de puestos de trabajo en tan sólo unos años, dando ejemplo en toda Europa. ¿Y a qué precio se ha conseguido esto? Precariedad del trabajo, disminución de salarios, reducción de la negociación colectiva, facilidades en el despido, y un largo y profundo etc.
Sin embargo, sabiendo que en Alemania el nivel de productividad es mucho más alto, ¿Por qué no intentamos mejorar la e incentivar la estructura productiva española? ¿Por qué no apostamos por una reforma más encaminada al largo plazo? ¿Por qué nos tenemos que conformar con la parte podrida de la manzana?
En esta situación, de completa desilusión de la ciudadanía y de enorme inestabilidad económica es muy complicado seguir adelante viendo como lo único que se busca es el reducir paro por reducir, sin pensar ni por un instante en las condiciones de los trabajadores. Pensar únicamente en que nuestra economía crezca sea como sea, mirando sólo fuera de nuestras fronteras y viendo el ejercicio del recorte y los ataques directos contra derechos laborales cómo si fueran medios para poder andar por Europa con la cabeza bien alta emulando a Merkel o Sarkozy.
No, este no es el camino.
A pesar de todo esto, se pretende que los trabajadores no sólo no protesten, sino que encima den gracias por mantener su trabajo. La gente se manifiesta y clama contra tanta hipocresía. La gente no está dispuesta a ver cómo, para variar, es el trabajador de a pie el que tiene que sacar esta crisis adelante sobre su lomo. La sociedad española no quiere ser la nueva Grecia, y está cansada de que les mientan y engañen. ¿Pero cómo no se va a protestar cuándo con ésta crisis los pobres son más pobres y los ricos más ricos?
La crisis es y ha sido muy dura, y todos somos conscientes de que no existe una varita mágica que nos vaya a sacar de ella sin sufrir, pero es difícil entender que la solución pasa por poner la espada de Damocles sobre la clase trabajadora dándoles a elegir entre precarización o paro. Es necesaria una reforma laboral, está claro, pero esta no es nuestra reforma.