Reforma Patronal
08/03/2011 - 00:00
La crisis, y sobre todo el paro, se han convertido en el principal y más urgente problema de España, y ello ha ayudado a fijar en nuestros esquemas mentales, un mantra que encierra una cara oculta: Crear empleo. Las más de cuarenta reformas laborales que hemos sufrido desde 1978, siempre se han vendido como una necesaria adaptación a los requerimientos del mercado de trabajo para favorecer el empleo. Y con este argumento se han ido reduciendo, cada vez más y más, los derechos de los trabajadores. Crear empleo una frase mágica que todo lo puede, desde conseguir la aceptación social de que los trabajadores de a pie debemos pasar por el valle de lágrimas de los recortes para alcanzar el paraíso dentro de 50 años (un claro acto de fe) hasta el apoyo por parte de las administraciones de cualquier proyecto, por disparatado y faraónico que sea, es más, cuanto más faraónico mejor.
En medio de la época de vacas gordas, base de macrourbanizaciones en medio de la nada, la especulación, los parques temáticos, los casinos, y hasta con el aeropuerto de Ciudad Real, se generaron puestos de trabajo, especialmente en torno a la construcción, en demasiadas ocasiones mal pagados, y en no pocos casos con una parte del salario en negro, casi todos ellos temporales, inestables y precarios. Así pues, la creación de estos puestos de trabajo, bajo un modelo productivo erróneo, resultó ser pan para hoy y hambre para mañana, y nos ha dejado como resultado un retroceso de la productividad, una degradación ecológica de proporciones incalculables y una destrucción de empleo tan rápida que estamos ya con más de 4,5 millones de parados. Al menos dos millones de esos parados son los llamados parados estructurales, es decir el ejército de trabajadores de reserva (ya lo decía Marx) que ha tirado hacia abajo de los salarios y hacia arriba de la prolongación de jornada, pero es que para colmo de sus males han sido y son utilizados como escusa para que la sociedad aceptase la necesidad de seguir ahondando en un modelo productivo depredador que fomentaba ese propio paro estructural.
La derecha política y la gran patronal siempre han mantenido como objetivos, y siguen manteniéndolo, reducir los costes salariales, de indemnización por despido y de cotización a la Seguridad Social , reducir el papel de los sindicatos en la empresa y, si es posible, limitar el derecho de huelga, para usarlos como ventajas competitivas. Y no quiere darse cuenta que competir por precariedad, nos lleva a competir con países en vías de desarrollo y a retroceder en empleo de calidad. A la vista de esto, lo que hace falta no es una reforma laboral, es una reforma patronal y, sobre todo, un cambio de modelo productivo y de relaciones laborales. Un nuevo modelo productivo donde el Estado vuelva a entrar en la economía para reequilibrarla, no solo para corregirla. Donde el empleo digno y de calidad sea el eje del nuevo modelo, con políticas de reparto de trabajo y producción sostenible, priorizando el llamado empleo verde y todas las iniciativas de empleo y autoempleo con criterios social y medioambientalmente sostenibles.
Un modelo que modifique profundamente el sector financiero, pero no privatizando cajas, sino recuperando y desarrollando el papel de una banca pública que defienda y desarrolle la protección social, favorezca la inversión en I+D+i, obligue a la reinversión productiva de parte de los beneficios, garantice la eficiencia y el desarrollo de los servicios públicos con propiedad y gestión públicas. Un nuevo modelo de relaciones laborales, donde el despido recupere la indemnización de 45 días y donde se deben revisar cuidadosamente los motivos de la procedencia de los despidos, donde los contratos temporales tengan que estar debidamente justificados, donde los jóvenes tengan contratos en las mismas condiciones que el resto de trabajadores, la eliminación de la figura del becario.
Un nuevo modelo con un control eficaz de las horas extra, mediante una importante dotación de medios a la inspección laboral. Se debe priorizar la elevación de los salarios más bajos, y del salario mínimo, racionalizar los horarios de trabajo aproximándonos al sistema de horarios Europeos. Así se crea empleo, empleo de calidad. Si para crear empleo valía todo
¿Por qué no probar con estas recetas? Peor que las que llevan treinta años lastrándonos, desde luego no serán.