Respeto a la Constitución
Durante todo el siglo XIX y la primera mitad del XX España vivió sacudida por los constantes enfrentamientos civiles. Pero en 1978, las distintas fuerzas políticas españolas, que hasta entonces se habían esforzado en el enfrentamiento mutuo se mostraron dispuestas a convivir en paz y armonía, introduciendo factores de moderación y entendimiento. Aquel clima hizo posible la Constitución. El texto fue votado y aprobado tanto por el Congreso como por el Senado. Sometido a referéndum, fue ratificado con el 87% de los votos a su favor. Se trata de la Norma Fundamental del Estado y a ella están sujetos los poderes públicos y los ciudadanos. Se estructura en dos partes: la parte dogmática, que contiene una declaración de principios que recoge los valores imperantes en la sociedad; y la parte orgánica, que muestra la estructura del Estado regulando los órganos básicos que ejercen los tres poderes. En estas más de tres décadas, la Constitución, interpretada flexiblemente, nos ha dado el periodo más largo de libertades democráticas habido en la turbulenta historia de nuestro país y con ella han funcionado gobiernos de izquierda y de derecha. El mejor ejemplo de su validez era el acto institucional celebrado ayer en la capital que ponía de relieve una jornada sin partidismos. Apropiarse de la Carta Magna expresa tan poca fidelidad a su espíritu como considerarla una intocable pieza de museo. Por eso, ayer era el momento idóneo para debatir su lógica reforma y para reconocer que es un texto vivo que puede y debe ser actualizado a fin de realizar mejor su papel de punto de encuentro de todos los ciudadanos. Es cierto que la Constitución de 1978 es imperfecta y que necesita reformas. Pero hoy, sobre todo, necesita respeto. ..