Riesgo no asumible

11/11/2013 - 00:00 Vicente Valerio Sanchis

 
    
      A cuadros, me he quedado a cuadros al leer un correo en el que dicen que una petición solidaria que firmé días atrás, relativa a la inclusión de una niña en un seguro médico privado, ha hecho que la aseguradora la acepte como asegurada. Y he dicho que me he quedado a cuadros porque a mi mente ha venido la compra de un coche en el lejano 1990. El préstamo bancario estaba condicionado a suscribir un plan de jubilación. Cuatro años después una neumonía me tuvo más allá que acá y dado que tengo una distrofia, el incidente se saldó con una pérdida de autonomía total: necesitando apoyos para todo. Recuerdo, como si los viera, los días de UCI; conectado a un respirador, intubado por la boca y enchufado a un montón de aparatos que para funcionar tenían que emitir algún sonido. En ese concierto no dejaba de pensar en la situación en que quedarían Dulcinea y mi hija de 3 años si las hacia pensionistas. Siendo huérfano desde pequeño ya conocía el percal y las fatigas de mi madre, a quien injustamente se le niega el Nobel de economía. Cuando seis meses después me tiraron del taller, puse todo mi esfuerzo y pensamiento en volver al tajo, porque conocía la pérdida de poder adquisitivo que se opera en las pensiones, me propuse hacer lo que había pensado en la UCI: contratar un seguro de vida para que, si me pasaba de acera, Dulcinea pudiera salir adelante y criar a nuestra hija de la mejor manera posible. El caso es que cuando solicitaba información sobre el seguro de vida, el interlocutor me decía: “tú no”.
 
   Por otro asunto aparecí un día en mi sucursal bancaria, hablando con el director se extrañó de que nadie me asegurara y me dio un impreso de solicitud. Al cabo de unos días me llamó, la cuestión es que cuando el papel llegó donde tuviera que llegar vieron lo de “enfermedad neuromuscular: distrofia” y le llamarían para decirle que a ningún residuo humano le ofreciera el seguro sanitario porque éramos un “riesgo no asumible”. Tiempo después me llamó un teleoperador para ofrecerme un maravilloso plan de jubilación. Le dije que no me interesaba, pero tanto insistió el hombre que le dije que lo contrataba si y solo si al mismo tiempo contrataba un seguro de vida por 50 millones.
 
   El hombre quedó estupefacto y al poco me llamó la aseguradora para tomarme los datos; al ver que tenía una patología neuromuscular me dijeron que no podían hacerme el seguro de vida, a lo que contesté que si ellos creían que previsiblemente iba a durar poco… para qué quería yo un plan de jubilación. El seguro es un contrato entre dos partes y el fin de las aseguradoras es obtener beneficios. El que Mapfre haya asegurado a la pequeña se debe a la perseverancia de la madre y el apoyo de quienes han suscrito la petición. Aunque se recogen los frutos que otros sembraron, entre ellos unos padres que en 2007 denunciaron, por violación de derechos fundamentales y publicidad engañosa, a otra compañía por no asegurar a su hija con Síndrome de Down (SD) después ver en el anuncio televisivo de Navidad imágenes de personas con SD.
 
   El juez entendió que se trataba de publicidad engañosa, pese a que el anuncio no hacía referencia expresa al hecho de que se atendía a hijos enfermos de asegurados, de manera premeditaba jugaba con la ambigüedad y por ley lo que sale en la publicidad es exigible. Si ahora ha asegurado a esta niña ha sido para cortar la difusión de la denuncia a través de internet, no nos engañemos. Los contratos de seguros sanitarios excluyen de la posibilidad de contratar a las personas con enfermedades y te someten a un cuestionario que tienes que rellenar, pero si mientes en el cuestionario estas incurriendo en responsabilidad y aunque te cobren todas las mensualidades, sin hacer ninguna comprobación, en el momento en que vayas a hacer uso del mismo te leerán la letra pequeña, esa que no lee nadie cuando firma y cuando la lee después de haber firmado se siente estafado. Preferentes y cláusulas suelo están de actualidad.
 
   Lo mismo reza para los contratos de seguro de vida, las personas enfermas somos riesgos no asumibles y llegado el momento demostrarán que has mentido en la declaración y tus herederos se quedarán con un palmo de narices si cascas, si no cascas el palmo de narices te saldrá a ti. Sobre este asunto me permito recomendar el libro del CermiI: La discriminación por razones de discapacidad en la contratación de seguros. Pensándolo bien, creo que firmé por egoísmo. Sí, en el fondo lo que yo quería es que utilizara el sistema privado de sanidad para tener menos competencia a la hora de acudir yo a los centros públicos sanitarios. Porque si algo tengo claro es que con una afección seria dónde tienes cobijo, medios y personal sanitario competente y comprometido es en la sanidad pública, que pagamos entre todos en el IRPF y 21 % de IVA de las compras. En definitiva, firmé porque me va la vida en ello.