Saludo

03/02/2011 - 00:00 Atiliano Rodríguez

La Santa Sede acaba de hacer público mi nombramiento como nuevo obispo de la diócesis de Sigüenza-Guadalajara. En estos momentos brota de lo más hondo de mi corazón la acción de gracias a Dios, que me ha concedido la gracia inmerecida de ser su hijo en virtud del sacramento del bautismo y que, posteriormente, me ha llamado al sagrado orden del episcopado para servir al pueblo de Dios y para ofrecer su salvación como sucesor de los Apóstoles. Al mismo tiempo que doy gracias a Dios por los incontables dones recibidos de su mano bondadosa, quiero también expresar mi gratitud más sincera al Santo Padre, Benedicto XVI, por la confianza depositada en mi humilde persona al encomendarme la misión de apacentar la Iglesia particular de Sigüenza-Guadalajara, regida hasta este momento con entrega generosa y con disponibilidad evangélica por mi querido hermano y amigo, Don José Sánchez González. En él he admirado siempre su inquebrantable amor a la Iglesia, el celo pastoral, la búsqueda incansable de nuevos caminos para el anuncio del Evangelio, la libertad de espíritu y la entrega servicial a todos, especialmente a los pobres y marginados por la sociedad. Al recibir este nombramiento, he de confesar que he experimentado al mismo tiempo sentimientos de tristeza y alegría. Tristeza, por tener que dejar la querida diócesis de Ciudad Rodrigo, en la que he ejercido el ministerio episcopal durante los últimos ocho años. Aquí he compartido con los hermanos sacerdotes, religiosas y cristianos laicos la vivencia gozosa de la fe en Jesucristo, la comunión eclesial y la preocupación por ofrecer a todos los miembros de la comunidad diocesana la Buena Noticia de la salvación de Dios. A todos, especialmente a los miembros de la Curia diocesana, les agradezco la acogida cordial, el afecto sincero y la colaboración leal durante estos años en la acción evangelizadora de la Iglesia. Siempre recordaré ante el Señor sus personas y les pido que sepan perdonarme aquellas actuaciones o comportamientos, en los que no he sabido estar a la altura de la misión recibida. Pero, junto a la tristeza por tener que separarme de tantas personas para mí tan queridas, he experimentado también una profunda alegría al saberme llamado por el Señor, a pesar de mis muchas limitaciones, para cumplir esta nueva misión al servicio de la Iglesia particular de Sigüenza-Guadalajara. Soy consciente de que el Señor me envía a una diócesis con profunda solera cristiana, que hunde sus raíces en los primeros siglos de la cristiandad y en la que han florecido con el correr de los tiempos hombres y mujeres, testigos de la santidad y del amor de Dios hasta entregar la vida por Él. Conozco alguna zona de vuestra bella tierra; conozco también a algunos sacerdotes y seglares ejemplares por su celo apostólico, pero por supuesto no tengo un conocimiento profundo de la diócesis ni de sus necesidades. Confío en que todos me ayudaréis a descubrirlas con el paso de los días para buscar desde la comunión fraterna las soluciones más evangélicas para las mismas. A través de estas líneas quiero haceros llegar mi saludo cordial y mi sincero afecto a los sacerdotes, a los religiosos de vida activa y contemplativa, a los misioneros diocesanos, a los seminaristas, a los miembros de los movimientos apostólicos, a los catequistas, a los padres y madres de familia, a los jóvenes que sois la esperanza de la Iglesia y de la sociedad, a los enfermos, a los pobres, a los parados y a cuantos experimentáis cualquier tipo de sufrimiento. Con vosotros quisiera ser un buen cristiano; para vosotros deseo ser el Obispo que Dios espera. Aprovecho también esta oportunidad para enviar mi saludo cordial a vuestras autoridades locales y a todos los miembros de la diócesis, esperando hacerlo personalmente una vez que tome posesión de la misma. Desde este momento, confío en vuestras oraciones y espero vuestra disposición generosa para el anuncio del Reino. Os aseguro también mis súplicas al Señor por todos vosotros y por vuestras necesidades. Con sincero afecto, invoco la poderosa intercesión de la Santísima Virgen, a quien veneráis y dais culto con profunda devoción en la Catedral de Sigüenza y en la Concatedral de Guadalajara y en tantas parroquias y santuarios esparcidos por la geografía diocesana, y a la que veneráis de un modo especial en el misterio de su Asunción a los cielos, como patrona de la diócesis. Que el Señor os bendiga a todos.