San Isidro y los orígenes rurales

15/05/2012 - 15:27 Redacción

Siempre lo tuvo difícil en el campo. Quizá por ello la devoción al patrón de los labradores, a San Isidro sea una de las más arraigas en muchas localidades de España entre las que se encuentran un buen puñado de la provincia. Como territorio eminentemente rural y dependiente de la actividad agrícola en décadas pasadas, Guadalajara celebra hoy, manteniendo la tradición, su veneración por el santo. Municipios como Cogolludo, Alarilla, Almonacid, Cobeta, Escariche, Jadraque, Horche, Yunquera, o incluso, la propia capital, sacan en procesión al que en otro tiempo protegía las cosechas y guardaba los intereses de los labriegos. Ahora la actividad económica ha cambiado y la agricultura ya no tiene el peso de antaño. El mejor ejemplo es Azuqueca, localidad eminentemente industrial que no renuncia a sus orígenes agrícolas. La Fiesta de la Espiga, que la Diputación de Guadalajara declaró el año pasado de Interés Turístico Provincial, pone fin a un programa de actividades que durante estos días han inundado el municipio a pesar de la máxima de la austeridad y lo reducido del presupuesto. Una comitiva compuesta por un carro tirado por un animal que transporta mosto, personajes caracterizados de labradores que distribuyen los tradicionales bollos y un grupo de dulzaineros que recorren las calles del centro de Azuqueca hasta el parque de La Ermita, donde se recogen las espigas para entregar a las personas queridas, recuerdan lo que antaño significaba esta celebración. En un municipio industrial, recordar sus raíces agrícolas nos sirve para no olvidar el pasado, ni de este municipio, ni de gran parte de la provincia.