Santiago Apóstol

01/10/2010 - 09:45 Hemeroteca

Cartas al director
José Sanchez / Obispo de la Diócesis de Sigüenza-Guadalajara
Queridos diocesanos:
El 25 de julio es la fiesta del Apóstol Santiago, uno de los Doce escogidos por el Señor, uno de sus predilectos, apodado, como su hermano Juan “Hijo del Trueno”, que se nos ofrece como maestro, modelo e intercesor.
La especial devoción y patronato de Santiago en España está vinculada a la antigua tradición, según la cual vino a España y, después de decapitado por Herodes, su cuerpo fue traído por sus discípulos hasta las costas gallegas y enterrado en la que, una vez descubierto su sepulcro, se llamó y se llama Santiago de Compostela.
Desde la Edad Media, Santiago de Compostela, junto con Jerusalén y Roma, fueron los lugares clásicos de las peregrinaciones: Jerusalén, porque fue la tierra en que nació, vivió, murió y resucitó el Señor; Roma porque en ella están los sepulcros de los Apóstoles Pedro y Pablo y de otros Apóstoles; Santiago de Compostela, por el sepulcro del Apóstol Santiago. Las peregrinaciones marcaron rutas, que fueron siendo jalonadas de iglesias, hospitales, albergues, cementerios… para los peregrinos y que constituyen hoy el Camino de Santiago, con sus numerosas ramificaciones; una ruta de cultura, historia y religiosidad, cada vez más utilizada.
El sentido original del Camino de Santiago y de la peregrinación es puramente espiritual y religioso. Los cristianos peregrinaban y peregrinan para ejercitarse en lo que significa la vida como camino de conversión, camino de penitencia, camino hacia el encuentro con Dios a través del culto, de la devoción y de la imitación de sus santos. Para otros hacer el Camino de Santiago tiene, más bien, carácter cultural, social o deportivo.
En España, la invocación del nombre de Santiago y el culto al mismo están vinculados a nuestra historia en la época de la Reconquista. Alguna victoria de los cristianos fue atribuida al especial patrocinio del Santo.

Pero, más allá de todo ello, nuestra devoción a Santiago, como a San Pablo, del que una antigua tradición dice que también vino a España, o a los demás Apóstoles, es la expresión de que nuestra fe cristiana es también eclesial y apostólica. Ellos, con su doctrina, con su vida y con el testimonio supremo de su vida por el martirio, son las columnas, edificadas sobre el fundamento, que es Cristo, sobre las que se asienta nuestra fe.

El contenido original y fundamental de nuestra fe, nuestra forma de vida, la palabra de Dios, los sacramentos de la Iglesia, la misión… tienen su origen en la fe de los Apóstoles, en la experiencia de su fe en Jesucristo, que ellos vivieron, que nos ha sido transmitida por sus escritos o por los escritos de sus discípulos.

Nuestra vida será auténticamente cristiana si es reflejo de la vida de los Apóstoles y de los primeros discípulos, tal como se nos ha transmitido en la palabra de Dios, por la tradición y por el magisterio auténtico de la Iglesia.

Referido esto a Santiago, significa que nuestra fe y nuestra vida cristiana, nuestra relación personal y nuestra inquebrantable adhesión a cristo han de estar a prueba de que seamos capaces de beber el cáliz que Jesús bebió y que también bebieron Santiago, su hermano Juan y los demás Apóstoles.

Pidamos a nuestro Patrón Santiago que nos alcance del Señor la gracia de mantenernos en la fe en España y que esta fe se mantenga, fortalezca y acreciente en el momento actual y en el futuro, cuando la fe y la vida cristiana están siendo zarandeadas por corrientes, costumbres y leyes empeñadas en devaluarlas y relativizarlas, como algo perteneciente a un pasado que hay que superar.