Sede vacante

03/03/2013 - 00:00 Atilano Rodríguez

  
  
    El pasado día 28 de febrero, el Papa Benedicto XVI, consciente de sus limitaciones físicas, hacía efectiva su renuncia al gobierno de la Iglesia con plena lucidez y con total libertad. Comenzaba así el periodo de “Sede Vacante”, que se prolongará hasta la elección del nuevo Papa. Durante este tiempo, el gobierno de la Iglesia recae en el Colegio de Cardenales. Antes de hacer efectiva su renuncia, el Santo Padre nos ha invitado a renovar la fe en Jesucristo y a poner en las manos de Dios la misión de la Iglesia, teniendo en cuenta que lo más importante en la vida de un cristiano es conocer, amar y seguir al Señor con valentía y humildad, pues sólo Él conoce bien el camino que debe recorrer su Iglesia. Si Jesucristo es el camino, la verdad y la vida, quienes contemplan la Iglesia solamente con ojos humanos, equiparándola a otras organizaciones sociales, se equivocan en sus diagnósticos sobre la misma, difunden noticias falsas o no verificables y confunden a la gente sencilla y honesta.
 
  Cuando se mira la Iglesia con ojos humanos, sólo se percibe la organización externa, los pecados de sus miembros y las estructuras de gobierno. Por el contrario, cuando se contempla el ser y la misión de la Iglesia con los ojos de Dios, con mirada de fe, es posible adentrarse en su identidad más profunda y descubrirla como misterio de comunión para la misión. En ocasiones, los problemas y las dificultades que experimenta la Iglesia para el ejercicio de su misión pueden abrumar y asustar a algunos cristianos. Cuando esto sucede, olvidamos que la Iglesia es, ante todo, la Iglesia de Jesucristo y sólo a Él le corresponde guiarla en la historia y conducirla a su meta por medio de la acción constante del Espíritu Santo. Los cristianos estamos de paso y somos meros instrumentos en las manos de Dios.
 
  Por ello, lo más importante es que nos pongamos todos a la escucha del Señor y le dejemos actuar en nuestra vida. Sólo entonces estaremos en condiciones de servir a la Iglesia con todas nuestras fuerzas según el querer de Dios y no según nuestros gustos y criterios personales. Desde estos planteamientos, se entiende muy bien la decisión del Santo Padre. Él no deja de servir a la Iglesia por el hecho de renunciar al oficio confiado en su día por el Señor a través del Colegio Cardenalicio.
 
  Él seguirá sirviéndola con todo su corazón desde el silencio, la oración y la comunión fraterna con todos los cristianos. Con este modo de proceder, el Papa nos está diciendo que el corazón de la Iglesia no está tanto en las estructuras de gobierno ni en las reuniones en las que se planifica la acción pastoral, sino donde se ora y se acoge la gracia de Dios para crecer en el seguimiento de Cristo y en el camino de la santidad.
 
   Con estos criterios hemos de ver los cristianos la celebración del próximo Cónclave, en el que tendrá lugar la elección del nuevo Papa. Por ello os invito a todos los diocesanos a orar más intensamente al Señor, durante los próximos días, dándole gracias por el testimonio de fe, de humildad y de amor a la Iglesia de Benedicto XVI. Al mismo tiempo, os invito también a pedir al Señor que derrame la luz del Espíritu Santo sobre el Colegio de Cardenales para que elijan al Sucesor de Pedro, teniendo siempre en cuenta que el futuro de la Iglesia está en las manos de Dios y que los tiempos actuales también son tiempos de gracia y de salvación. En comunión de oraciones, mi cordial saludo y bendición. .